miércoles, 30 de enero de 2013

Abusadores


El abuelo solía decir, “quien no abusa, lo usan”; para él todos en algún momento de nuestra vida hemos recurrido al uso o aprovechamiento excesivo e incluso hasta indebido de algo o de alguien, ya sea para beneficio propio o simplemente para perjudicar; ciertas veces solemos abusar de forma inconsciente, ni siquiera nos percatamos de la utilización indebida que hacemos de las personas o de los objetos, más si es una falta de respeto a la buena voluntad de las personas cuando se hace con toda alevosía .

Así vemos a servidores públicos extralimitándose de sus funciones, queriendo obtener ganancias extras de su desempeño laboral, solicitando la clásica “mordida” a cambio de un favor o de hacer más rápido ciertos trámites; oficinas convertidas en cibercafés, donde sus empleados en lugar de cumplir con los servicios pierden el tiempo chateando, consultando el Facebook y Twitter, mientras la fila de usuarios se asemeja al de una tortillería; trabajadores que después de checar puntualmente su ingreso al empleo, tardan hasta treinta minutos en ocupar sus puestos laborales y para colmo, al final de la jornada toman veinte minutos para “enfriarse”, antes de checar su salida.

Jovencitos que se devoran carnalmente en cualquier momento y después de que decidieron unir sus vidas en santo matrimonio ni la mano se quieren rozar, eso es mimetizar el uso con el abuso; empleados que almuerzan al arribo de su jornada, desayunan a la mitad y al final deben de llegarle al desempance; el invitado que convida a otros o el peor de ésos, el que asiste a un evento sin ser invitado.

No puede faltar “sobrinitas”, ese individuo que espera a que termine un festejo o cumpleaños de algún compañero de la chamba, para aprovecharse de lo que sobró para llevárselo a su casa; es cuando uno se pregunta, ¿su situación económica será tan precaria que no le alcanza para solventar sus propios alimentos? Considero que es patético observarlos cómo esperan cual carroñeros a que el tigre devore a su presa para degustar lo que dejó.

Decepcionante cuando esa persona a la que confiaste algo en particular, lo convierte en secreto a voces y el último en enterarse de que todos lo saben eres tú; peor la dolida divorciada que divulga cual voceador tus torpezas en el plano sexual a las personas que te conocen, ¡imagínate que todos sepan que eres la avena durante el coito, por eso de los tres minutos! Lo que más me zurra de los aprovechados, es cuando les prestas ya sea dinero, libros, discos o películas, y se incomodan cuando les pides que lo devuelvan, es más, si se trata de centavos, peor, se hacen los ofendidos despotricando sobre tu persona.

Como consecuencia de todos esos individuos que recurren a ciertas argucias con tal de obtener un beneficio particular, recomiendo ponerse aguzado y no dejarse abusar, si alguien tiene interés en ti o en esas cosas que a duras penas has conseguido, mejor dile que lo tuyo no es ser beneficencia pública ni mucho menos altruismo para holgazanes, pues tu esfuerzo te ha costado adquirirlos para que otros disfruten así nada más por puro gusto; si te clasifican de egoísta no importa, pues las razones sólo uno las conoce; además, no siempre somos monedita de oro.

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