miércoles, 23 de enero de 2013

Chafireteando las cuotas


Contamos desde hace unos meses con la nueva tarifa de servicios de taxis, si mal no recuerdo no había existido incremento alguno desde el 2009, entonces durante el 2012, Lustitia se destapó un ojo vendado e inclinando su balanza apuntó la mirada a los chóferes del estado y por ende a sus respectivos patrones. ¿Fue lo justo? Pues si no existieran tantos arbitrios con los aprovechados chóferes que engrosan sus billeteras y las de sus jefes ingeniándoselas para cobrar más de lo debido, otro gallo cantaría.

Ya que menciono a los concesionarios, la verdad no sé si éstos sean tan exigentes de los dividendos que reciben de sus trabajadores que les obligan a extorsionar a los usuarios del servicio de transporte; digo si la recién estrenada tarifa pasó de trece a quince pesos como mínimo de pago en la demarcación Colima-Villa de Álvarez y cinco pesos más dependiendo de la zona que se cruce, ¿por qué cuando coinciden entre la división de una zona y otra, intencionalmente dejan su pasaje en la siguiente para cobrar más?

Además de la ilegalidad en los cobros, algunos vehículos dejan mucho que desear, pues al abordarlos te llega el ramalazo del olor a humedad u otros desagradables aromas que los conductores despiden, en cuantito ocupas el asiento cual faquir descubres los puntiagudos resortes desde la espalda hasta el oveder, además algunos de tan vencidos que se encuentran del respaldo provocan un ligero Déjà vu sobre las futuras visitas al dentista o en el peor de los casos al psicólogo, si no te hundes en el asiento existe la probabilidad de experimentar la sensación de estar en el juego de “La Cabaña del Tío Chueco” del Six Flags e incluso te ladeas tanto que a simple vista das la impresión –cuando es hacia el chofer– como si se fuera a intimidar con él al arrejuntártele, cuando la inclinación es del lado de la puerta corremos el riesgo de salir expulsados cual MiG 35, y si decides ocupar los asientos traseros, debido a estereotipos como “El Chófer y la Señora Daisy”, los taxistas se ofenden gracias a sus prejuicios.

La imagen de los conductores algunas a veces no es la adecuada, me he topado con sujetos que usan gafas oscuras tipo televisor de bulbos siendo de madrugada, camisa interior al aire, si bien nos va, pues en épocas de calor hasta la pelusa enseñan cual chicharrón; sus charlas la mayoría de las veces si no es para sondearte asuntos particulares semejante a una declaración judicial sin tehuacanazo, es para presumir sus promiscuidades o demostrarte lo macho que son chuleando a las peatonas de buen ver.

El equipo de banda CB en lugar de utilizarlo como un canal que agilice el servicio que prestan, lo han convertido en un hobby que disminuye el aburrimiento en tiempos de ocio a través de un sinfín de leperadas y vulgaridades que fácilmente expresan sin el menor recato, es más, no miden su lenguaje a sabiendas de que algunos pasajeros pueden ser damas y niños.

Ahora con su esquema de jubilación o pensión se agudiza más el mal servicio que ofrecen, el cual consiste en otorgarle una plaza imitación tipo “viene-viene” a los chóferes que por alguna razón ya no pueden continuar conduciendo, donde estos se empoderan de los espacios donde más usuarios confluyen para acomodarlos en los taxis que ellos requieren, es decir, te preguntan a dónde te diriges y conforme coincides con otros transforman el coche en sardina, lo cual le retribuye mayores dividendos a sus colegas y por ende ellos tienen que gratificarles el favor con algunas monedas, que recuperarán incrementando la tarifa a la clientela.

Ante tales despotismos o tranzas del chafirete, ¿con quién contamos para defendernos? Pues hasta donde he sabido, la Dirección de Transporte no puede sancionarlos, más si tiene la capacidad de llamarles la atención – ¡si te portas mal, le voy a decir a tu apá!–, entonces, ¿de qué sirvió que cada unidad de transporte público traiga consigo la tarifa y el croquis con las zonas? Si ambos documentos permanecen siempre entre el tablero del vehículo y el peluche de adorno bien guardadito, haciendo efectivo el rezo del que no tranza, no avanza, que bien pudieran colocarlo de lema en la parte trasera de su coche.

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