miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡Tan joven y tan viejo!


Es curioso como algunos seres humanos conforme avanzamos en edad, nos vamos haciendo cada vez más quisquillosos, cualquier cosa nos pone de un humor que nadie nos soporta, a veces hasta por cosas sencillas explotamos. Según los experimentados médicos, la culpable de tal actitud es la falta de serotonina, un neurotransmisor que inhibe la ira y otras manifestaciones de la conducta común del hombre, es por eso que a partir de que llegué a los cuarentas, como que experimenté ciertos cambios –nada que ver con, “yo no sé… por qué me siento hoy tan diferente” –, como la fatiga, pues lo que anteriormente hacía riéndome, en la actualidad hasta lagrimeo para realizarlo; la memoria se resetea continuamente, olvido con facilidad detalles importantes, es más, yo que nunca necesitaba de esa libretita anual, ahora tengo que recurrir a su uso.

Es por eso que desde que entré en tan delicada etapa, decidí no hacer público el día de mi cumpleaños, pues considero que no es motivo de orgullo que con los años se intensifique nuestro desgaste físico, la llegada de achaques y enfermedades crónicas degenerativas y, para colmo uno tiene que estar de buen humor durante su cumple. Es cuando siento la vocación de ser político, pues según eso, algunos de esa casta sacerdotisa no cumplen.

Con tal de evitar la refrescada de memoria, la fecha de nacimiento hasta del Facebook la omití, así nadie me va a estar recordándolo durante todo el día y para qué recibir felicitaciones de bisutería, pudiendo recibirlas en vivo, disfrutar del analgésico abrazo de quienes te estiman de verdad y no por el pretexto obligado de que el feis te lo recuerde.

Por otro lado, nunca me ha gustado ser de esas personas que se festejan ellos mismos, considero que tal acción deja claro una muestra de baja autoestima, pues si alguien en realidad aprecia tu persona, pues que te lo demuestre o requieres hacerlo del dominio popular, para que tus conocidos se sientan comprometidos y tengan la obligación de felicitarte.

También cuando todos saben la fecha del cumpleaños o que vas a llegar a cierta edad, te comprometen a hacer una fiesta, exigiéndote de forma subliminal –mediante el tan utilizado chantaje de “¿a poco no te mereces un festejo digno de tu persona?” – banquete de lujo, bebidas de calidad y hasta karaoke, para que el que se cree con dotes de cantante tipo alumno de la Nacademia Virtual – ¡ups! Perdón, Academia–, se adueñe del micrófono por más de hora y media, hasta el hastío de los invitados, ya que menciono a estos, en algunos es clásico que además de no llevarte regalo tengan el descaro de invitar a gente que en tu vida la habías visto, ¡eso es abusar! Pues aparte de gorrones, hasta con olla asisten para llevar a sus casas dizque pa´l recalentado.

No es que sea regiomontano, es tan grato compartir al igual de recibir muestras de afecto de quienes conozco, pero no se me hace justo que la vida te facture años, tiempo en que dejaste de ser ese mozo de las fotografías con mínimo dos dedos de frente, alegre de ser quien es, más hoy es quien fue y a algunos por más que intentemos mantenernos siempre joven como ese fantástico personaje de la novela de Oscar Wilde, llamado Dorian Gray. La realidad es que con la llegada de los cuarentas, conoceremos a más médicos y terapeutas, pues probablemente tanto abuso físico al cuerpo nos reditúe un ingenio azucarero, una mala salud de hierro o una muerte repentina.

Pero siendo honesto, mejor acepto en quien me voy a transformar en unos años más e intento vivir lo que resta, olvidando las molestias del cuerpo con placebos como vitaminas, minerales y analgésicos, al fin de cuentas la vida es sabrosa y abundante, entonces… bienvenidas esas felicitaciones cada año que siga vivo, ultimadamente son las enfermedades las que nos recuerdan lo necesario de la salud y lo más importante que continuamos respirando, sólo que ahora ya sin esos sueños guajiros de envidiar a Brat Pitt, ahora hay que experimentar ese mismo sentimiento por Hugh Hefner, el editor fundador de la revista del conejito, para así formar parte de la estadística del 47.3% de mexicanos satisfechos con su vida que en días pasados difundió el INEGI.

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