miércoles, 14 de noviembre de 2012

Original o copia


Cuando compramos un producto nos cercioramos de que éste sea 100% original, pues sabemos que siendo así su calidad es indiscutible; bueno, algunos prefieren la música y las películas piratas argumentando que las originales sus precios muchas veces son estratosféricos, pero, ¿a poco estos no son desechables? En el caso de los discos, al oírlos infinidad de veces lo más probable es que se dañen; respecto a las películas, la calidad de la imagen es pésima, el sonido se escucha como encerrado en lata de chiles jalapeños y en algunas dizque de estreno hasta se observa a los asistentes del cine donde se grabó para su venta.

Entonces cuando los objetos no son originales llegan a decepcionar, lo mismo sucede con las personas que en lugar de ser ellos, simplemente disfrazan sus complejos adoptando la imagen de otros; eso lo tengo bien claro, pues como docente le he dado clases a Justin Bieber, Britney Spears, León Larregui, Selena Gómez, Jim Morrison, Katty Perry, Lady Gaga, y hasta a Wisin y Yandel, pero a los adolescentes se les disculpa, pues como se encuentran en plena etapa de desarrollo, les resulta más fácil apropiarse de una imagen comercial que ser ellos mismos.

Lo extraño será que si esos adolescentes llegan a la edad adulta –¡que no creo que lleguen alguna vez!– continúen comportándose como el disfraz que en su juventud adoptaron para enfrentar las situaciones reales, lo cual sin lugar a dudas les disculpará el seguir cometiendo las mismas estupideces; pero lo más probable es que debido a la presión social busquen una personalidad nueva, o sea, intenten ser igual a alguna celebridad mayorcita, entonces tendremos de compañeros de trabajo a Miguel Bosé, Adele, Steve Jobs, Madonna, Jack Nicholson, Rigoberta Menchú y hasta a Carlos Slim.

Considero aclarar que esta especie de imitadores son los más tranquilos, pues existen otros que son multifacéticos, lo que significa que nunca son el mismo, según el ambiente donde se desempeñen, es decir, podemos encontrar en un mismo sujeto diversas personalidades, como el camarada de empleo, el amigo de escuela, el esposo puritano, el amante perverso y lo más patético, el hijo consentido de mamá, ¡ah, qué tierno! ¿Y cuándo es él en realidad? Lo más probable es que nunca, es más, ni él mismo sabe quién es en realidad.

Mas no todo es imitación, hay algunos que en su largo camino a la originalidad se apropian de objetos, casi-casi como fetiches, lo cual les va forjando una personalidad propia, pues los identificamos con mayor claridad del montón de copias de rockstars y luminarias de la farándula. Es cuando nos atrevemos a afirmar, sólo éste se pondría una cosa así, además a él se le ocurriría vestirse o comportarse de equis forma, lo cual socialmente lo hace aparentar un poco desorientado, lo que significa que la sociedad sólo admite réplicas de gente famosa, por tal motivo, a estas personas les cuesta cierto grado de dificultad su adaptación a cualquier ambiente.

Un servidor no niega haber sido la imitación de alguien alguna vez en la vida, pues como todo ser humano siempre quise ser otro en el intento de huir de mi propio yo; en la niñez era el superhéroe que ayudaba a las desvalidas niñas de los bravucones; durante la adolescencia fui una ridícula imitación del 007, intentando seducir a las profesoras del bachillerato; en la actualidad estoy consciente de ser quien soy, mas espero siempre que cinco o diez compañeros se atrevan a decirme quién soy en realidad para ellos, pues lo más probable es que al hablar de mí mismo, mentiría sobre quién soy, para prueba ahí tienen mi Facebook.

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