miércoles, 10 de noviembre de 2010

Escasez de blanquillos

A nadie gusta ser considerado como cobarde, pues de clasificarnos de esa forma, nos sentimos débiles, impotentes o faltos de orgullo moral, como si perdiésemos el honor. En repetidas ocasiones tanto en la radio como en el comic, el personaje de Kalimán solía decir que “solo el cobarde muere dos veces”, para referirse a lo deshonroso que es huir por la puerta fácil, es decir, dejar a un lado la responsabilidad de sus acciones y hacer caso omiso de las consecuencias que trae consigo cometer ciertos actos.

Saco lo anterior a colación, pues la verdad, me caga ser testigo de hechos que como seres humanos nos denigran; resulta que el otro día que visitaba una conocida tienda departamental, al pasar por el pasillo de cristalería, un pequeño de esos que dan la impresión que en su casa lo tiene enjaulado, pues como animal raro andaba tomando todo lo que se ponía por enfrente, mientras la mamá haciéndose la disimulada comparaba precios y calidad de los productos que ahí se exhibían, por su parte el chamaco al coger un angelito en fino cristal cortado se le resbala de sus manos y va a dar al suelo haciéndose añicos, la madre como sargento que suelen ser, lo regaña y le da un sopapo; al mismo tiempo que ejecuta tales acciones sus ojos escudriñan el lugar, al percatarse que nadie vio lo acontecido, recoge los fragmentos y los coloca en el espacio que instantes atrás ocupase, y como si nada hubiera sucedido abandona el lugar.

A esta señora le faltaron huevos para ir a la caja con los trozos de cristal y decirle a la cajera lo que había hecho su pinche hijo, prefirió esconderse como las bestias acorraladas, huyó de su responsabilidad y de poder haber educado a su hijo haciéndole ver las consecuencias de su chingada actitud; en cambio dejó endeudada a la responsable de ese departamento, pues lo pobre tendrá que pagar el objeto roto, ¿acaso piensan que los dueños de la tienda perderán sus ganancias por un simple error laboral?

De igual forma acontece cuando vas al banco a cambiar un cheque, y el presionado cajero te da el doble de la denominación, y tú feliz sales con la jodida idea de que ya chingaste, es tan grande Diosito contigo que te premia de esa forma, ni madres, tenemos la responsabilidad de regresarnos e ir con el empleado y hacerle ver su error, ¿qué tal si fuera al revés? Si te hace falta dinero inmediatamente te devuelves a pendejearlo y hasta evidenciarlo con el gerente.

Es una pena que la cultura de la transa sea más fácil de aprenderse que los contenidos académicos en las escuelas, gracias a ese reconocido “valor” de chingar, o sea, el que chinga mejor es el más capaz en nuestro país, esas si son competencias, ¿a poco no? Me atrevo a afirmar lo anterior con la certeza que me da el fracaso en tales menesteres, y, porque una tarde de esas calurosas que en nuestro Estado son comunes, un compañero docente al concluir su jornada laboral, se sube a su lujoso coche rojo, baja los cristales polarizados y se pone los absurdos lentes imitación “Dolce & Gabbana”, que compró en el tianguis y según él lo hacen sentir como aquel investigador privado de los ochentas llamado Thomas Magnum, enciende el motor del vehículo y le da reversa, con tal de llamar la atención hace que los neumáticos rechinen, pero debido a la velocidad y lo suelto de la arena se barre hasta enganchar su parachoques con la defensa del carro de enfrente.

Al darle marcha, la fuerza de arranque hace que se jale hasta romper la defensa del coche enganchado, inmediatamente para el suyo, desciende, y se cerciora de que a su automóvil no le haya pasado nada, al percatarse que no fue así, mira por encima de las gafas oscuras para cerciorarse de que nadie lo vio, al darse cuenta de que pasó desapercibido, se trepa de nuevo para abandonar el estacionamiento de la escuela, dándose a la fuga como méndigo delincuente.

De nueva cuenta, este compañero no tuvo el suficiente valor civil de ir a buscar al dueño del auto dañado y hacerse responsable de su babosada o de perdida colocar en el limpiaparabrisas del afectado un papel con su número de celular asumiendo la estupidez de su acto; digo nadie lo va a matar por dañar lo ajeno si te comprometes a cubrir los gastos, en cambio siempre que lo vea pensaré, ahí va ese pocos huevos.

Además todos esos faltos de valor civil, se llenarán de cólera al leer en prensa o ver por televisión las injusticias que otros seres humanos cometen, al fin de cuentas los medios los evidenciaron y a ellos no, por lo tanto seguirán conviviendo con usted y conmigo como si nada hubiera pasado.

No hay comentarios: