miércoles, 23 de junio de 2010

Los caballeros las prefieren gordas

“Gordas, ya llegó su pachucote”.
Germán Valdés

Ahora que los obesos somos un grupo étnico a punto de la extinción, debido a que el estar rollizo es sinónimo de enfermedades como hipertensión, diabetes, colesterol alto, entre otros padecimientos que al sector salud le pone la piel de gallina, y por ende nos bombardea con publicidad que recomienda evitar todo aquello que fomente el sobrepeso; pues para empezar, deberían de quitar todos los comerciales de comida chatarra que patrocinan a los programas de mayor audiencia televisiva.

A poco no es cierto que cuando estás cómodamente en el sillón de la sala observando el televisor, después del corte sale una escultural dama en bikini anunciando las frituras de maíz de la carita sonriente, de pronto sientes dos antojos, uno es disfrutar del producto y dos, gozar de la compañía de tan bien dotada mujer. Eso acontece en el caso de los hombres, si la mujer es quien ve el comercial, lo más seguro es que sentirá envidia del portentoso cuerpo de la modelo, seguramente preguntándose, ¿cómo le hará para tener ese físico comiendo tales cochinadas?

Mientras su cerebro busca una justificación ante tal anomalía, pensando que lo más probable es que se pase cuatro horas en el gimnasio, nunca ha tenido hijos o de plano se baña a diario con ese jabón mágico que te hace perder centímetros en cada ducha, tal vez consume en lugar de cualquier bebida la malteada que sustituye los alimentos y de paso levanta los glúteos. Otra parte del cerebro le proporciona autohumillación, pues llega a considerar que los años no pasaron de largo se acumularon, a su cabello la hace falta brillo y sedosidad, la piel ya no tiene la macicez, la papada está más abultada y en sus piernas descubre el famoso efecto piel de naranja.

Híjole se está poniendo cada día más dura la situación; a diario la autoestima femenina es un medio de lucro para todas aquellas empresas que buscan hacer negocio con cualquier porquería que alimente la vanidad, reafirme la autoestima o en su caso proporcione una supuesta belleza estética.

El sentido racista que imprimen los medios de publicidad de utilizar siempre personas con esculturales cuerpos para promocionar cualquier producto, han hecho que la palabra “gorda” para las mujeres sea el peor de los insultos, eso significa que si el cantante italiano que llamó a las féminas de nuestro país bigotonas y feas, le hubiera agregado gordas, de seguro la próxima visita a nuestro país su hotel sería la morgue.

Por esta razón resulta admirable como mi compadre de cariño le dice a su esposa gorda, mientras ella con una tierna mirada le responde mande, en cambio yo, tengo estrictamente prohibido utilizar tal adjetivo hacia la mía, y de emplearlo lo más seguro es que termine durmiendo en el sofá.

En otras épocas, nuestras mujeres se comparaban con actrices del cine nacional de la talla de Ninón Sevilla, Tongolele y Lilia Prado, que hoy debido a la magia de la modernidad entran en la categoría de “gordibuenas”, es decir, tienen todo, nada más que de sobra. En la actualidad la mujer mexicana busca asemejarse a las sofisticadas actrices anglosajonas, que son tan estilizadas de su complexión, gracias al efecto prodigioso del bisturí y de tez blanca, a diferencia de nuestras hembras cafecitas, bajitas y algo sobraditas de masa corporal, pero bien distribuida.

Gracias a esa malinchista idea de despreciar lo nuestro, es por ello que se vuelven víctimas seguras de cualquier campaña de mercadotecnia que venda productos como fajitas de yeso que modelen la figura, pastillas que expulsan la grasa del organismo y la patética estafa más nueva, unos tenis que reducen tallas con tan sólo caminar, ¡hágame el favor, con tan sólo ocho minutos de caminar con ellos reduce tallas! Claro con esa plataforma que tienen, además de parecer integrante del grupo Kiss, existe la posibilidad de que gracias al balanceo de la panza por lo alto en cada paso se haga una especie de abdominal.

¿Quién les ha dicho que a nosotros no nos agradan rollizas? Digo hay que reconocer que uno no es un adonis, basta observarse en el espejo en paños menores, para que nos cuestionemos, ¿cómo jodidos le hemos gustado a nuestra actual pareja con este pinche físico a lo Pedro Picapiedra? Además las mujeres con carnita de sobra son agradables, cariñosas y tiernas.

Con lo antes expuesto, no significa que dejen de ser vanidosas, al contrario, sigan así, las hace verse sexy y nos ofrecen diversidad, lo único que deben de borrar de sus mentes es imitar a otras que debido a los efectos de la tecnología por televisor o en fotografía lucen apantallantes. Bueno amigo lector, me despido, pues necesito disfrutar del deleite visual de sabrosas señoras cuarentonas con pelo a lo Madonna en mallas y short de lycras haciendo zumba en el jardín de mi barrio.

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