miércoles, 30 de junio de 2010

Formémonos, formándonos

“Frente al cabo de poca
esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme
en la lista de espera”. Joaquín Sabina


Algunos individuos se sienten orgullosos de la modernidad que factura la tecnología en la actualidad, es más, hacen alarde de presunción de los gadgets como si ellos los hubieran inventado; a pesar de las supuestas ventajas que los aparatos tecnológicos ofrecen, es de sorprender que a estas alturas existan las estresantes filas o colas como vulgarmente se les conoce.

Sociólogos afirman que un diez por ciento de nuestra vida la pasamos haciendo cola, lo cual indudablemente incide sobre la calidad de vida y salud de las personas; pues estar esperando un turno produce ansiedad, desesperación, impotencia, coraje y frustración, llegando a considerar que el objetivo por el cual se está formado es una pérdida de tiempo y por lo tanto no vale la pena.

Además como siempre no falta el sujeto que muy disimulado o haciéndole al pendejo llegue de forma directa a la recepción sin formarse, con el idiota pretexto de que va a hacer una pregunta, y valiéndole un nabo ahí se quede; de igual forma la señora de edad avanzada, aprovechándose de sus pinches arrugas y del supuesto respeto que le debemos guardar llega metiéndose a la parte más corta de la hilera, esbozando una sonrisita que muestran lo amarillento de sus placas, eso sin considerar el delicado aliento a centavo egipcio que muchas de las veces suelen exhalar.

Lo mismo sucede con la damita de buenas proporciones físicas, que abusando de sus atributos le coquetea a cierto ingenuo, éste sintiéndose por vez primera atractivo le cede su sitio en la formación, sin importarle la opinión de los ahí presentes.

Ahora con el supuesto uso de los cajeros electrónicos de las empresas que nos abastecen de los servicios de energía eléctrica y telefonía, se creyó que el servicio iba a mejorar y se evitarían los congestionamientos humanos, pero muchas veces ni funcionan de forma correcta, no dan el cambio exacto, bueno si es que te lo regresan, se traban o de plano se cae el sistema, y como por arte de magia las filas regresan, para colmo los empleados que laboran en estas compañías pasan por donde se ubican tales maravillas tecnológicas, ignorando totalmente a las clientes que molestos dicen improperios y golpean las máquinas. Siempre que soy testigo de estos hechos, me hago el siguiente cuestionamiento, ¿no es responsabilidad de todos los trabajadores el verificar que funcionen de forma óptima sus artilugios? Digo, alguna de esas corporaciones se jactan de haberse certificado por la norma ISO 9001 varias veces.

Caso semejante es el de los bancos que tienen un sistema electrónico que designa los servicios de atención a los cajeros, a simple vista no se observan personas formadas, pero si hay sillas, o sea, es la misma gata revolcada; pues igual que en los asuntos anteriores, sobran individuos que abusen saltándose los turnos, aparten lugares para los amigos, entre otras mañas que en lugar de acortar los tiempos, los prolongan más.

Mención honorífica en este asunto de crear enormes filas, son las empresas de televisión por cable, pero ahí sí estimado lector, uno es víctima por gusto propio, pues no hay que olvidar que existe la televisión aérea que no tiene costo, entonces está de más quejarse del alto precio de la televisión privada; lo que si no es válido, es que además de hacer cola, uno tenga que soportar el agrio humor de sus cajeras, la ignominia del personal de atención al cliente y las pedanterías del supuesto gerente, pues estamos pagando por sus servicios.

Cuando se suscitan acciones como las anteriores, en los sujetos que integran las líneas se empieza a generar una serie de emociones negativas, que poco a poco van empañando el cristal de la tolerancia, hasta el filo de la frustración y entonces explotan en un ataque colérico que los lleva a faltarle al respeto al más respetable individuo sin importar si éste forma parte de la fila o del asunto a tratar.

Para evitar ponerme furibundo, cuando acudo a estos lugares, procuro llevar una revista o libro el cual leo mientras avanzo; si no traigo algo que leer, pues nada más divertido que observar a las personas para sacar algunas ideas que proporcionen material para hacer textos como éste; poner atención a mi respiración tratando de escucharla, agudizar el oído para enterarme de los temas que conversan los individuos que integran la hilada, entre otras cosas que por respeto a ustedes prefiero omitir.

En conclusión para este agudo asunto de formar parte de las hileras, lo más saludable es hacer caso a la recomendación de Kaliman, “serenidad y paciencia, mucha paciencia”, pues imagine cuando muera, como estará la fila para designarnos si nos vamos ir al paraíso, al purgatorio o al infierno. Esa si será una enorme sala de espera sin esperanza.

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