miércoles, 2 de junio de 2010

La vida salvaje

“Yo quisiera ser civilizado
como los animales”. Roberto Carlos


Una noche en la que daba un tour gracias a la ayuda del control remoto del televisor, por los supuestos sesenta canales de la televisión de paga, de pronto un programa de esos canales que documentan la vida de los animales llamó mi atención; en la escena se observaba cómo el águila calva de Norteamérica, se sumergía en las aguas del río para atrapar un salmón, lo sujetaba con sus garras fuertemente a la vez que hacía el intento de levantar el vuelo, cuál no sería la sorpresa del ave al descubrir que su presa era lo bastante grande y pesada, pues por más esfuerzos que hacía le resultaba imposible sacarlo.

Al intentar soltarlo se percató que las garras habían penetrado tan hondo en sus carnes que no podía sacarlas. Por más que luchó, no tuvo éxito y empezó a hundirse con su caza, hasta morir ahogada. Al igual que a esta ave, así nos sucede a los seres humanos, muchas veces nos aferramos a cosas que sabemos nos dañan, pero creemos tener el control y cuando uno lo desee, pues con cierta simpleza nos deshacemos de ellas; mas sin darnos cuenta esas cosas ya son un hábito en nosotros, y como el águila nos hundiremos en lo más profundo de nuestras malas costumbres, y a veces resulta peor porque llegamos a dañar a terceros.

En una viñeta del programa antes de ir al corte comercial, se observa como una escurridiza serpiente sigue a una diminuta luciérnaga por la oscura jungla, por más intentos que hacía de evadir los ataques del reptil, el desamparado insecto fue devorado por la lánguida lengua del animal. Lo más seguro es que a la víbora le llamó la atención por el brillo que ésta emanaba; lo cual me recuerda a todos aquellos que en sus míseras vidas nunca han podido alcanzar el éxito, por más lisonjas y arrastrados que sean con sus superiores, cuando se topan con alguien que gracias al esfuerzo y tenacidad va sobresaliendo en la vida, lo único que hacen es tratar de apagarlo, ya sea con calumnias, críticas destructivas y demás estupideces.

Conforme veía los promocionales y avances de la programación en el canal, me fui dando a la idea de que los animales viven en manada para perpetuar la especie, a diferencia de los humanos que casi siempre buscan la variabilidad, según ellos para lograr el intercambio cultural; un rasgo distintivo en los animales es que jamás a pesar de ser de una misma especie se mezclan con otras razas, con excepción de los animales domésticos, pues como ustedes saben interviene la mano del hombre para lograr tal reacción, por ejemplo una pantera no busca tener sexo con un tigre, mientras que el humano entre más razas distintas de su especie copule será considerado un macho genuino. Por otro lado, los animales matan por instinto de supervivencia, el humano, muchas veces lo hace por gusto.

En otro segmento del programa se exhibe a las grullas, aves que habitan en las montañas Taurus al sur de Turquía, las cuales mientras vuelan inconscientemente tienden a cacarear, sonido que es captado por las águilas, que se abalanzan sobre ellas hasta devorarlas. Algunas grullas logran evadir tal amenaza cogiendo piedras hasta llenar su pico, lo cual impide que al volar puedan emitir el delatante sonido de su cacareo.

Creo que esa podría ser la solución a mis problemas de relaciones interpersonales, pues si en lugar de decir tantas babosadas, me llenase la boca de piedras, mi lengua se estaría tranquila, y así dejaría de causar dolor a los demás, ya no levantaría falsos testimonios y procuraría ser prudente en lo que comento. Pues algunas veces con nuestras palabras somos capaces de despreciar, desacreditar y pisotear la dignidad del prójimo. Bueno, considero que es hora de apagar el televisor para poner más atención a la vida.

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