miércoles, 24 de febrero de 2010

Cibervenganza

“No basta solo con una vida
para odiarte como yo te pude amar
los ángeles anuncian la venganza”. Los Fabulosos Cadillacs

Dicen que la venganza es un platillo que se sirve frío y se come despacio, igual también se le ha llegado a considerar el manjar de los dioses, por lo del disfrute de quien la ejecuta o que es dulce su sabor, ¿a qué voy con todas estas citas? Resulta que de forma reciente se ha suscitado un fenómeno por internet donde un sujeto agredido por equis razones redacta un correo electrónico con los datos personales de otro a quien busca perjudicar, adjuntando las fotografías que de forma inocente éste subió a su facebook, myspace o metroFLOG; con el propósito de convertirlo en una especie de cadenita, en donde lo acusa de ser un violador, pervertido, traidor, embustero, en pocas palabras un individuo despreciable y enemigo de nuestra sociedad o en el más cruel de los casos que padece cierta enfermedad incurable y de fácil transmisión.

Me pregunto al respecto, ¿quién es la madre de esta persona, que le inculcó ese tipo de hábitos? ¿Cuál es su religión o su dios? Hacer esto, es no tener escrúpulos, es como dicen por ahí, “tirar la piedra y esconder la mano”, qué no tiene las suficientes agallas para enfrentar de forma directa al que busca perjudicar para resolver sus diferencias. ¿Acaso tiene miedo que se le denuncie por difamación? Pues si está tan seguro de lo que dice en su escrito, que se remita a las pruebas o evidencias, pero lo más seguro es que no las tenga.

El afectado muchas de las veces se percata del daño a su imagen pública, ya que el correo electrónico lleva bastante tiempo circulando en el espacio virtual, mientras infinidad de usuarios lo distribuyeron por todo el país e incluso hasta al extranjero; mientras la reputación e integridad del sujeto por el subsuelo. De seguro en su trabajo, escuela o hasta en el hogar lo irán marginando al punto de aplicarle una especie de racismo.

Es como si volviéramos a la época del viejo testamento con los enfermos de lepra, que cita el libro de Levítico, en los capítulos 13 y 14 de las “Sagradas Escrituras”, nada más que ahora el cartel no lo llevan los afectados, nosotros se los colocamos con nuestras murmuraciones, repugnancias y asco.

¿Cómo parar esos terribles mensajes? Primero no lo reenvíes, abstente a formar parte del daño, evita ser cómplice de alguien que ni siquiera conoces, además no peques de ignorante, pues si se trata de un violador de verdad, ¿dónde está el número de denuncia de parte del ministerio público? Si es un portador de alguna enfermedad incurable, ¿Cuál es la clínica que certifica que así los es? Como ustedes saben, cuando se trata de esa clase de enfermos, las instituciones médicas por su alto sentido ético y social, prefieren mantener en el anonimato y bajo su control a esos pacientes, si es uno que aún no ha sido detectado, ¿cómo jodido se enteró la persona que hizo el E-mail?

Por otro lado, lo más posible es que quien concibió el correo, utilizó una dirección falsa y aprovechando que existen usuarios neófitos en el uso del ciberespacio, y que gracias a su poca experiencia ni por un momento se la piensan en abrir mensajes de destinatarios desconocidos, simplemente los abren, leen su contenido, se escandalizan y le dan reenviar a sus contactos, dizque para enterarlos o prevenirlos de que caigan en las garras de tales sujetos.

Algunos receptores pese a que son hábiles en la internet, por simple morbosidad o sentirse parte de un núcleo se solidarizan con esta terrible causa dándole reenviar. Como dicen por ahí “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”, ¡por favor no sea cuatrero!

Es una pena que gente enferma de rencor lleve la venganza a tales extremos, y más triste es que uno por sentirse parte de la comunidad “moderna” que a diario contribuye a las estadísticas del uso de la internet, forme parte de esa actividad deleznable. ¿Qué sucedería si a ti te aplicaran esa táctica? De seguro la clasificarías como una cibergüenzada, perdón sin vergüenzada.

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