miércoles, 4 de marzo de 2009

Babelismo

Hijo dice a su padre, “Jefe, móchate con lana por qué la ranfla anda cascabeleando bien cañón”, el padre con un signo de interrogación en la mirada responde, “Por favor tradúceme lo que acabas de decir”. ¿Cómo es posible que en un país donde se habla castellano, no sepamos comunicarnos de forma correcta? La culpa no es el argot de la adolescencia, que muchas veces nos hace sentir como si hablaran otro idioma, considero que más bien es la forma fácil de hablar de prisa lo que les ha ocasionado sintetizar el lenguaje utilizando otras palabras que para ellos resultan peculiares.

En las escuelas los alumnos no les entienden a los profesores debido a los múltiples tecnicismos que utilizan para explicar sus clases; cómo queremos que comprendan el contenido programático, si por una parte el lenguaje de los estudiantes es coloquial, lleno de caló, extravagancias y demasiado arbitrario, por otra los docentes casi siempre queremos aparentar ser muy sabios y para ello recurrimos a las frases más escabrosas de la asignatura, entonces ¿Cómo se va a lograr el aprendizaje si no nos bajamos a su nivel?

Esto no se debe de traducir a hablar como ellos y menos aún comportarse como un jovencito, para nada, más bien es procurar emplear un lenguaje simple, sin tanto adorno intelectualoide, que muchas veces nos invierte el sentido de la comunicación; hay que recordar que desde preescolar hasta bachillerato el individuo requiere ser conducido por los diversos escenarios de aprendizaje que cada asignatura exige, lo que significa que durante ese lapso de tiempo no estamos desarrollando un proceso enseñanza-aprendizaje con adultos pequeños como se llega a creer, más bien son la materia prima de nuestro quehacer a la cual debemos dedicar empeño y facilitar el conocimiento, en lugar de entorpecerlo con ecolalias letradas.

Es común que debido a nuestra ignorancia o falta de habituación al uso de equipos informáticos las actuales generaciones nos deslumbren por la habilidad con que saben utilizar las TICs, estoy consciente en que conocen el teje y maneje de un aparato tecnológico, pero se han fijado que el uso al que están acostumbrados es por diversión y hedonismo, más no académico, y como sabemos lo académico es desde su característico punto de vista aburrido, tedioso y cansado, pensamiento muchas veces fomentado por nuestra tradicional forma de transmitir los saberes.

Es una ironía de la vida cuando la institución educativa determina que el profesor es la causa de este mal, por lo tanto como una especie de castigo lo envían a recibir capacitación, con la pésima justificación de que asistiendo a cursos de actualización disciplinar y pedagógica se va perfeccionar o en el extremo caso mejorar. Resulta que también en esos cursos se suscita una situación de incomunicación o tal vez de interpretación, el instructor da una explicación del ejercicio a realizar, el manual o guía de instrucciones señala lo contrario a la exposición verbal y en el ciberespacio donde se debe ejecutar la actividad indica otra distinta. De nueva cuenta el idioma es el mismo, pero el mensaje es el que resulta tergiversado por los integrantes del circuito.

Tal situación considero no tiene en lo absoluto que ver con problemas de semántica, una de las razones que probablemente tenga relación es la subjetividad del guía; pues en últimas fechas ocurre entre los centros de formación para el trabajo o capacitación a instructores el incauto fenómeno de la reproducción de cursos, que consiste en copiar al pie de la letra forma, contenido y lo más ridículo que peca de vergonzoso imitar hasta las dinámicas de grupo, bromas y chistes alusivos a los contenidos del curso recibido.

Este vulgar pirateo lo considero así, usted va al cine, después le platica la película a otro que por supuesto no asistió a ninguna función, pero irónicamente éste se las narra a otros más como si hubiera asistido, por supuesto que en cada versión el núcleo central de la idea comienza a deformarse o de versión en versión va perdiendo su esencia, en pocas palabras el circuito del habla se abarata y hasta llega a pervertirse por tanto manipuleo.

Hacer algo de esa forma es como automatizar el ejercicio de la docencia, limitarla, coartar la capacidad creativa, inventiva y por supuesto imaginativa; nuestros profesores ya no van a improvisar con ejemplos reales, pues se limitarán a seguir los que aprendieron en la capacitación, y esto en las aulas se volverá monótono y con ello le daremos jaque mate a lo académico, otorgándole la razón a los estudiantes, pues tal proceder volverá las clases más aburridas de cómo eran antes, pero eso sí, las diapositivas en PowerPoint lucirán impecables ilustradas con personajes de la “Maroon Cartoon” y los tiempos excelentemente acotados, ¿Acaso de esta forma no estaremos volviendo parasitaria la labor docente?

Esto me recuerda a mi profesora de español que me obligaba a leer “El Cantar de Mio Cid”, sin que ella lo hubiera leído, sólo porque el programa así lo estipulaba. ¿Y qué tal la trilladísima frase?, “vamos a aprender juntos”. ¿Órale de qué se trata? ¡Qué no eres el que instruye! Uno piensa que por instruir a un docente en las artes pedagógicas y didácticas será excelente en el ejercicio de su profesión, sabrá enseñar las materias, pero, ¿Sus discípulos aprenderán los temas de forma correcta? Como creo en la reencarnación, considero que esos defectos de comunicación claro que podemos corregirlos y hasta superarlos, pero no en esta vida sino en la otra.

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