jueves, 24 de marzo de 2022

Chocheando.

Conforme pasan los días, creo que en mi organismo no pasan los años, los muy canijos se quedan, se van integrando poco a poco hasta llegar a deteriorarme, a tal grado que, al despertar cada día descubro un achaque nuevo, y si a ello le agregó esos minutos en que me quedo mirando sin observar nada, menos aún, hacer algo, ¡aghhhh! Pleno indicador de que ya estoy en el umbral de la tercera edad. Igual sucede cuando llego a creer que todo lo de mi época de juventud era mejor que la de las actuales generaciones, llámese diversión, música o costumbres; sin olvidar eso de que ahora la gente consume con mayor rapidez todo, desde moda, géneros musicales y artículos tecnológicos. Por tal razón, los cincuentones como que nos vamos retrasando, llegando a pensar que lo de mis tiempos artesanales y analógicos eran la neta, es más, a veces tengo esa tristísima sensación de que el mundo se va a echar a perder con tanto avance, pues ya no hay comunicación física, lo banal es lo más importante y que el talento es reciclar lo que otros hicieron.

Advertir los estragos de la gravedad, cuando lo que antes de nuestra anatomía estaba en su sitio, con el transcurrir de los años empiezan a colgarse o en el peor de los casos, a caerse, ¡Momento, el crecimiento de pelo en orejas y nariz no es nada estético por favor! Además, eso de experimentar los cambios de temperatura en el ambiente es bien difícil, más aún, cuando tus compañeros de trabajo tienen apenas la mitad de tu edad y deciden encender el clima artificial a la menor temperatura, ¡no sean malitos y préstenme un abrigo, brrrrrrr!

Poco me falta para aumentar el tamaño de las letras y números de mi celular, a veces me auto engañó cuando fuerzo la vista al hacer ojitos de pulga al revisar los mensajes o buscar un número de la agenda. Otro indicador del deterioro por la edad es llegar a pensar que la música del vecino la pone a volumen muy alto, ¡oaaa, oaaa! Más, en la noche le subo al televisor pues casi no la escuchó, eso sin contar… ¿cómo se los explicó? ¡Ah, ya sé! Recuerdan cuando eran infantes y les alucinaba entrar a las jugueterías, pues ahora con la edad, brinco de felicidad al ingresar a las farmacias. Qué decir de esa nueva costumbrita de guardar las sobras de la comida o las bolsitas de salsa para luego echarle a otros platillos y al último terminan en la basura.

Madrugar los fines de semana y días de fiesta de guardar, argumentando que así se aprovecha mejor el día, ¡no pos sí! A quién quiero engañar, la verdad es que esas inconvenientes ganas de ir al baño que se repiten a largo de la noche espantan el sueño, llegando a considerar que si ya son las 6:30 a.m., no tiene caso continuar tumbado en la cama. He llegado a la conclusión de que el mejor indicador que tengo de estar chocheando, es que he cambiado felicidad por tranquilidad, considerando mejor descansar los fines de semana que irme de fiesta o alguna reunión social, digo, no hay nada como estar tumbado en el sofá viendo películas o series, eso sí, con el volumen elevadísimo pues casi ni las oigo.     

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