jueves, 5 de agosto de 2021

Una dramedia para todos.


En serio que me da rete harta pena regresar después de las vacaciones del paradisiaco patio al parque de diversiones del cuarto de la televisión en casa, a tener que escribir un artículo sobre la pandemia, esa enfermedad epidémica que, con lentes oscuros detrás de los ojos en meses anteriores, había olvidado o hice la mimesis de que, con la vacuna, pos… ya era inmune. ¡Ni madres! El muy ojete virus mutó, pero, creo que el meollo del asunto no es la proliferación de un bicho en su versión de la cuarta letra del alfabeto griego, es que no se ha frenado la transmisión.

Esa pinche terquedad del sueño guajiro de que en un futuro no muy lejano vamos a volver a nuestra vieja normalidad o que la vida regresará exactamente a como era antes, y lo más patético, intentar comportarnos como si no existiera, hacernos de la vista chiquita, organizando fiestas, reuniones, convivios entre otras estupideces con el pretexto de que un semáforo epidemiológico nos señala el camino, o sea, es la luz al final del túnel.


¡Neta! Hay gente que desde que inició la pandemia, se sentaron en sus sillones a esperar que pasara, ¡chale, ni que fuera serie de Netflix! Otros, como menú de restaurante, pretenden elegir la farmacéutica de la vacuna que se pondrán, y ahí andan como burros sin mecate buscando en dónde están aplicando la de mejor calidad –pa´que se les quite ese merequetengue, el coronavirus, ya las superó–, mientras la nueva oposición política invierte su tiempo desprestigiando a un equipo de médicos que con lo que hay intentan paliar la catástrofe sanitaria, ¡intelectuales de la nueva izquierda, bájenle dos rayitas y perreen un poco! Ya basta de esos jodidos discursos empáticos y cómodos de este apocalipsis a fuego lento que a veces ni tienen que ver con la realidad de que vamos superándolo. En épocas de pandemia, el gran problema, después de lidiar con uno mismo, es y será lidiar con el prójimo que no acepta la realidad, el virus no se ha ido, continua con nosotros, necesitamos entender eso, ¡por piedad ponte el cubrebocas, vacúnate con la que encuentres!

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