jueves, 8 de julio de 2021

Transmutación.

El otro día un conocido que se dedica a la fotografía, de esos que tienen su estudio y sacan a uno “guapo” -sí, entre comillas, pues la neta, a veces ni lo estamos- en las fotos, dignas de cualquier perfil de red social, me platicaba que a una chica con algunos kilos demás según la tabla de peso y talla en México, su mamá indignada le regresaba las instantáneas bajo el pretexto de que esa no era su hija, extrañado y disculpándose por los retoques que le dio a las imágenes, tuvo que corregir sus supuestos arreglos, pues la verdad, la señora tenía toditita la razón, a su retoño se la habían transmutado en algo que no era ella. ¡Es como si el colombiano Fernando Botero pusiera a dieta sus pinceles! Así, nos encontramos en el Facebook a conocidos que ya ni se parecen, debido a la magia del Photoshop o al arte del bisturí con su Tru-Tru y en el mejor de los casos a la inteligencia del nutriólogo que rifándosela hizo que los kilitos demás fueran de menos.


A veces creo que eso de estar inconforme del físico que la madre naturaleza nos legó, nos ha producido un titipuchal de inseguridades, por ejemplo, los de piel oscura quieren aclarársela, los de piel blanca desean broncearla, los flacos buscan ganar musculo, los gordos, como quien firma lo que escribe, hacemos hasta una y mil estupideces por no sentirnos pasados de peso y seguir comiendo como desesperados. De entrada, sé que no soy el único, ¡uy, pasados de pesos existimos por montones! Lo digo con la certeza que da el fracaso de que cuando voy a comprar ropa de mi talla casi nunca la hay. De niño nunca me tragué el cuento de que la figura de plástico que me compraban de “El Santo” en la feria estaba así de musculoso, pues la neta en las películas, El Enmascarado de Plata se le notaba la pancita, y no por eso dejé de ver sus largometrajes, así como nunca me perdí ninguna de sus fotonovelas, bueno, hasta que me cambiaron al luchador original por uno fornido.

Con tanto bombardeo mediático de que el mexicano del Siglo XXI debe de parecer un adonis o una venus -que por cierto, nunca hemos sido así-, estamos perdiendo la batalla con la autoestima, que cada vez se desploma hasta un abismo oscuro, donde la luz al final del túnel es una faja oculta lonjas que brinda “personalidad y seguridad” a quien la utiliza, una operación de reconstrucción facial total para parecerte a Brad Pitt y después de invertir una gran cantidad de dinero, ni parecerte; es muy común encontrarte en la calle a jovencitos con los cortes de cabello de Bad Bunny, Rosalía, J Balvin, Daddy Yankee, Becky G o cualquier integrante de BTS, es decir, dejando de ser ellos, mis respetos para el adolescente que durante toda su trayectoria en algún nivel escolar llevo su chamarra deslavada y desgarrada, de esas que al verla uno dice, es su objeto distintivo, es su personalidad, pues solo él es capaz de ponerse algo así, entonces mi estimado lector, búsquese su prenda que lo identifiqué de entre todos y olvídese de transmutaciones.

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