jueves, 3 de septiembre de 2020

Los Dos Volcanes.

Adaptación de un relato de Anthony de Mello
Por mi barrio han existido un titipuchal de negocios, algunos se han mantenido a pesar de los golpes bajos de la economía, como es el caso de la estación de gasolina, con sus precios que como la Rueda de la Fortuna, suben y bajan, eso sí ha cambiado de nombre cual pañal de bebé, también aún continúa en servicio el Hotel Río, que a quien firma lo que escribe, al escuchar el nombre, en lugar de evocar esa corriente natural de agua que fluye con continuidad por un cauce en la superficie terrestre, imagino la portada del segundo álbum de estudio de la agrupación británica Duran Duran, editado el 10 de mayo de 1982, donde se incluyen las rolototas Hungry Like the Wolf Save a Prayer, creo que bajo esa idea, existió una tienda de abarrotes, en los ochentas, si, antes de que hubieran esas cadenas comerciales que en la actualidad se reproducen como conejos, tiene tres cajas registradoras y solo una atiende mientras se hacen las filototas.
La tiendita se llamaba Los Dos Volcanes, imagino que se basó en los colosos de fuego y nieve que antes los podía observar desde la ventana trasera de casa y que en la actualidad los tapa un enorme letrero rectangular en colores amarillo y rojo con letras blancas al centro, resulta que este negocio por más que lo surtieran no obtenía la clientela necesaria para poder continuar. Desesperados sus dueños una noche se reunieron para intercambiar ideas, al hombre se le ocurrió pintar la fachada en color azul marino y arriba del nombre dibujar los dos volcanes, entonces su esposa agregó que, en lugar de dos, únicamente se pintará el volcán de fuego.
¿El de Fuego? ¡Mujer, si la tienda se llama los dos volcanes! Debe de estar también el de Nieve, es lo más ilógico que has dicho. Hay que hacerlo, no perdemos nada, intentémoslo, si no resulta, pues se pinta el otro y asunto arreglado – agregó la mujer.
Con incredulidad el abarrotero siguió los consejos de su esposa, cuando concluyeron los trabajos de remodelación, los vecinos empezaron a acudir como abejas a la miel, claro que con el propósito de hacerles entender el error que habían cometido, creyendo los muy inocentes que el matrimonio no estaba consciente de su “brutal equivocación”, pero ya en el interior, se impresionaban de lo bien surtido y la amabilidad del servicio que se fueron convirtiendo en clientes frecuentes, ahora si sus dueños recuperarían lo que en tanto invirtieron, gracias a saber cómo incitar a satisfacer el ego de los demás al tratar de hacerlos creer que ellos tienen la razón.

No hay comentarios: