jueves, 21 de noviembre de 2019

Aprender a caer

Dicen que a la escuela se va a aprender, a educar, pero también se debe enseñar a asimilar las equivocaciones, a aceptar los errores, a experimentarlos como una especie de trampolín y no como un columpio, a dejar de verlos como defectos de individuos imperfectos, sí, dejando de ser como esos que han crecido en un mundo en donde la gente intenta hacer las cosas de forma perfecta y que no admite en su lógica perfeccionista a los que no las hacen correctas.

Uno como profesor debe concientizar a los estudiantes que existen más oportunidades si en varias se han fallado, porque no hay que olvidar que lo del todo perfecto no existe, que los fracasos son parte de la vida misma. Por lo tanto, los alumnos durante su estancia en las aulas deberán formarse con la convicción de que no es una tragedia ni una catástrofe equivocarse, que errar es humano. En el arte de la educación, es mucho más importante saber cómo reponerse a los fallos, aprender a levantarse y seguir, es mejor reprobar un examen, que reprobar en la vida.

No ha nacido el genio que nunca fracase en algo, lo malo es cuando por el afán de perfección se rompe una vocación, gracias a la estúpida presión de terceros; para no castrar las aspiraciones de los jóvenes, enseñémosle que antes de aprender a volar, tienen que aprender a caer.

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