jueves, 24 de octubre de 2019

Reciclando

Una parvada de pichones neuróticos picotean el asfalto como si de las piedras del añejo chapopote sacaran alimento, ahí estoy con las suelas desgastadas sobre el filo del machuelo con caries de la vieja banqueta, se escuchan cláxones y rechinar de llantas, la pared que tengo a mi espalda es un imán de grafiti catártico. Pasa uno y le chiflo cual pastor al rebaño, se detiene y, como siempre, al abordar un taxi, me preocupan dos situaciones, la clásica estafa con su tarifa de cobrar según la cara de nango que uno ponga, y la otra es lo veloz que conduzca el chófer con tal de llevarte en el menor tiempo posible, para lueguito subir otro pasaje, bueno, sino te lo suben cuando aún no te has bajado, ¡grrrrrrh!

Era en el transitar kamikaze de las 2 de la tarde cuando íbamos por el carril derecho, cual película de acción, por unos escasos centímetros casi chocamos con un coche que de pronto salió como alma que lleva el chamuco. Gracias a la pericia del taxista quien alcanzó a frenar, ocasionando que el vehículo se derrapará y por poquito le pegamos al auto que quedó frente al nuestro. Para acabarla de amolar, el tipo que ocasionó el incidente, sacando las manos por la ventanilla, nos refrescó la memoria de nuestra venerable jefecita. Entre lo apendejado del susto casi entro shock al observar un milagro… sí, un suceso celestial, el taxista en lugar de responder los improperios, de forma parsimoniosa le ofreció una disculpa.

Confundido le pregunté de su actitud, él respondió argumentando que muchas personas van como los camiones recolectores de basura, llenos de sentimientos caducos como la frustración, rabia, envidia y decepción, necesitan, por lo tanto, buscar un depósito dónde arrojar toda esa inmundicia y si uno también anda con su basura, entonces le topas descargándola hasta ver quién es el que se llena más rápido, por lo tanto, como eso ya lo sé, prefiero no ser recolector, ni depósito, opto por quedar como ecologista y reciclar la experiencia de tal forma que me permita cambiar la forma de pensar negativa en positiva. Amigo, tú, ¿qué prefieres, depositar o reciclar? ¡Glup!

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