jueves, 14 de marzo de 2019

La culpa la tiene Bond… James Bond

Desde la infancia siempre aluciné con los gadgets que el 007 sacaba en sus películas, es más, en la secundaria hice un reloj que ocultaba en su interior el acordeón para aprobar con diez el examen -¡Ah, no manches! ¿Copiabas? ¡No que muy cerebrito!-; en el bachillerato nunca intenté cortejar a ninguna de mis compañeras, en cambio, copiando – ¡Ya ves! Se te quedó la costumbrita- el estilo de masculinidad que el celuloide nos programaba de James Bond, inútilmente intentaba seducir a mis profesoras.

¿A qué voy con todo este cuento? Resulta que el fin de semana, uno de mis conocidos que se las da de muy enamorado, casi tan narcisista, frívolo e infiel como el personaje de Ian Fleming, nada más que región 4, se quejaba amargamente de que las técnicas de seducir aprendidas gracias al histrionismo de Sean Connery, Roger Moore y Pierce Brosnan -¿dónde quedaron las Daniel Craig?- en la actualidad están fallando, o será que la edad le ha ganado en años, lo que lo desarticuló de la mujer del Siglo XXI.

Debido a lo marchito de su ego, cosa rara en él, que se las da muy canalla y esteta, hipoteco el orgullo al confesarme de que en los antros las damas aceptan las bebidas que les invita, incluso su compañía, pero cuando éste empieza con el truco de resaltar los rasgos que las embellecen, simplemente lo abren como bolillo, dejándolo más solo que dios, o sea, pasa a ser un individuo genérico.

Amigo, piensa que un buen elogio a veces significa burlarse de otras mujeres, tal vez te lo agradezcan, pero neta, tú insultaste primero, entonces no te pongas mamón, cuando ellas no acepten continuar contigo, también borra de tu mente que al invitarles una bebida, implica que exista el compromiso de ser tus compañeras por esa noche. Así que no insistas, pior, no le salgas con la invención de que cuando se vaya la escoltarás porque las mujeres no deben de andar solas afuera debido al peligro de la noche, neta que continuarás cajeteándola al decirle eso, ¡buey, no juegues con el miedo! Suenas hasta amenazador cabrón.

Si tu desamueblada cabeza sigue creyendo que está cañón conquistar a una mujer en tiempos feministas, ¡no seas nango! El machista eres tú, ella solo exige respeto, comprende que a veces uno confunde conquistar con acosar, y la culpa no la tiene James Bond, la tienes tú de tan frívolo que eres.

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