jueves, 17 de enero de 2019

¡Dame más gasolina!

Agradezco que esos cinco lectores de mis artículos me insistan en abordar temas, pero lamentablemente hay algunos que no conozco a profundidad, por ejemplo el tema de la escasez de gasolina, para empezar, ¿cómo voy a escribir sobre ello si ni coche tengo? Escribir sobre algo que nunca he vivido es tan ridículo como que el profesor de Historia de México enseñe a sus discípulos la cultura Maya a través de la película Apocalypto de Mel Gibson, o sea, igual de idiota como pensar que uno comprende el comportamiento de los dinosaurios viendo filmes de Godzilla o Jurassic Park.

Además, en nuestro Colima lindo y querido ni se ha presentado este problema, dicen los que sí compran el preciado combustible, que te venderán litros de ochocientos mililitros, pero de que no haya, pos es pura especulación. Así que ya basta de estar dando lata con ese término de huachicol o guachicol si aquí no se ha descubierto aún -si alguien sabe de su existencia, pon tu denuncia y no te sumes a la corrupción-, ya sé que nos deslumbró ese fenómeno lingüístico cuya semántica se ha venido trastocando al pasar de boca en boca a lo largo de los años, entonces si nos encanta acuñar palabras que se vuelven parte del caló nacional, considero que en lugar de esponjarnos y hacerla de tos porque Netflix le puso subtítulos de español peninsular a la película Roma de Alfonso Cuarón, debemos de sentirnos orgullosos de que contamos con una jerga que nos identifica.

Eso sí, el Gansito es y seguirá siendo ese pastelito que hasta las jefecitas incluyen en el lunch de los chamacos junto al Boing de tamarindo -¡we, si hasta viene fortificado con pulpa para que crezcan bien fuertotes!-, no esos aperitivos anaranjados que huelen a queso llamados Ganchitos, en serio na’quever. Por lo que respecta a la gasolina… pos hay que esperar a que Max Rockatansky (Mad Max para los cuates) defienda a todos del Gran Humungus.

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