jueves, 29 de noviembre de 2018

El kilo

El roquero argentino Fito Páez en su canción “Dar es dar”, dice que no cuenta el vuelto siempre es de más, poniendo en evidencia que a pesar de vivir en este mundo lleno de cosas adulteradas, competitivas, engañosas y conspiradoras, aún hay confianza en las personas, pero es una pena que tal actitud solo quede como parte de una canción, pues no todo lo que brilla es oro, para muestra lean lo siguiente:

Manuel tiene en la ciudad una aclientada tienda de abarrotes, de esas que se instalan en las esquinas de la cuadra –na´quever con la cadena de franquicias que pululan por doquier-, a ella acuden los vecinos del barrio a surtir detalles que ocupan en cuestiones de minutos. Jaime vive en un jacal en el pueblo blanco de Comala y se dedica al cultivo de maíz. Cierto día acordaron intercambiar sus productos, Jaime proveería de maíz a Manuel, mientras éste le daría a cambio el equivalente de harina, o sea, kilo por kilo.

Los primeros seis meses fueron excelentes, más un día el abarrotero empezó a desconfiar: ¿será cierto que las bolsas de maíz pesaban un kilo? Tiene volumen, más nunca las había pesado. Confiando en su sospecha puso la bolsa sobre la báscula, sorprendido observó que el instrumento reportaba 800 gramos. Indignado, raudo subió a su camioneta rumbo al jacal de Jaime.

Después de varios insultos, le exigió que le explicara por qué durante todo ese tiempo lo había engañado, lleno de vergüenza el humilde campesino le comentó que nunca le quiso ver la cara, pues consciente estaba de que lo convenido fue un kilo por otro, pero como él no contaba con báscula, construyó una balanza donde el contrapeso para su kilo de maíz siempre era el de harina que el tendero le enviaba. Al oír esto, Manuel en silencio abandonó el caedizo, no sin antes hipotecar su orgullo y sacar de la caverna de su garganta una disculpa, de esas que nos cuesta tanto decir por miedo a aparentar debilidad.

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