jueves, 17 de noviembre de 2016

#todos semos trumpudos

Caminando por los pasillos de nuestra efervescente institución, encuentro a un antiguo compañero de oficina y a quien aprecio mucho por haber compartido buena parte de su vida con todos aquellos que juimos sus colegas laborales, entre la algarabía del abrazo comenta extrañado que en el artículo del jueves pasado no hubiera escrito sobre el nefasto triunfo del magnate norteamericano Donald Trump como presidente de ese país.

Siendo honesto, así a calzón quitado, dejando de lado falsedades tipo caderas de la Kardashian, la verdad no encontraba nada inspirador hablar de ese individuo hábil experto en denostar, al que Arjona le vitorea en una de sus canciones y, quien además realizó en 1992 un cameo en la película Home Alone 2: Lost in New York, cuando Kevin (Macaulay Culkin), le pregunta por el lobby del Hotel Plaza, edificio que en ese entonces era de su propiedad.

Por otro lado, el tipo gana en los United States, lugar que afortunadamente no es mi país, razón por la cual ni votar pude, a diferencia del favorable voto de más de algún latino nacionalizado norteamericano que ahora se siente gringo a pesar de tener el nopal en la frente, nariz de chile relleno, quien cambió su idioma original por un pésimo inglés, y pretende olvidar el olor de los tamales gracias al vapor de las hamburguesas a la plancha.

¡Guácala! Ya estoy siendo afectado por la actitud xenófoba que tanto asombro y asquito causa observar en Trump, lo que significa que no nada más gobierna a los vecinos del norti, también a nuestros sentidos, pues al adoptar conductas misóginas, embusteras, racistas, libidinosas, denigrativas, ultrajantes, etc., etc. y más etc., estamos siendo influenciados por él, creo que lo más saludable es borrar de nuestra persona todas esas actitudes y exorcizar al Donald que llevamos dentro –¡claro, que por supuesto que náquever, con el pato blanco de pico y patas anaranjadas creado por Disney!

Es momento de dejar boberías, como la ridiculez de quemar sus tenis fabricados por la empresa de accesorios deportivos con sede en Boston o la idiotez de no comprar los abarrotes para la despensa en las cadenas de tiendas multinacionales de origen estadounidense, que opera supermercados de descuento y clubes de almacenes, pues, si en más de alguna ocasión ha evidenciado comportamientos como los de este señor, tenga la plena seguridad de que ha sido Trump ante nuestros semejantes en algún momento de la vida sin siquiera residir en el gabacho.

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