jueves, 1 de septiembre de 2016

Sincretismo gastronómico

Debido a lo estrecho de mi tiempo, almorzar y cenar son dos actividades que realizo fuera de casa, degustando esa comida callejera de dudosa procedencia e higiene, a veces disfruto de alimentos mugrositos pero sabrosísimos, no hay mayor deleite que atracar sin complejos a esa telera, bolillo o birote partido por la mitad atiborrado de cualquier cosa que atraiga el cariño visual y se vuelva un capricho.

Entre mis gustos también se encuentra esa comida que se rellena de otros platillos, por ejemplo la torta de chilaquiles tan cremosita y jugosa, los tamales de sushi acompañados del atole de calpico – ¡wow, riquísimos! Con tan sólo recordar la pizza de chile relleno o de hamburguesa, mi paladar saliva, ¡pinche Pávlov!

Así es mi país, donde el sincretismo culinario se mezcla con los olores, colores y llena al gusto de la panza nuestra glotonería nacional; entre las mesas, además de la clientela, uno convive con los perros y pichones quienes alertas esperan a que al mordisco se nos caigan trozos de comida que los alimenten, igual no pueden faltar las moscas a las que les excita revolcarse por nuestra piel hasta distraernos para terminar posándose sobre lo que comemos. Todo ese ambiente es sonorizado por diversos géneros musicales y no puede faltar la señal de televisión sin audio, pues entonces cómo tiznados oímos los éxitos de los Ángeles Azules o Calibre 50.

Entre las mesas es posible escuchar a los comensales hablar de los poderes místicos de los chilaquiles que reviven muertos de la cruda, otros dicen que si ser alcohólico fuera una enfermedad los venderían en las farmacias, así también advierten que si no estás crudelio ni se te ocurra echarle de esa salsa verde del molcajete en forma de marranito, pues se vuelven chilakillers que son una explosión estomacal. Otros expresan maravillas de una exótica torta de crepa que se vende al por mayor en cierta lonchería del sur.

No me considero un gourmet, pero cuando de hablar de comida se trata, quienes como yo han acumulado centímetros en el sitio donde una vez estuvo la cintura, saca su sapiencia y busca en donde exista la mejor comida, sabrosa y barata, obviamente que probando se tiene la habilidad de certificar el mejor lugar para hincar el diente sin la necesidad de contar con una app de esas que lleva el antojo callejero a domicilio.

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