jueves, 18 de febrero de 2016

La villa de los melones

Acaba de pasar este fin de semana con su 14 de febrero destilando melcocha, ¡ay, mi amor me trais cacheteando la banqueta! Todo un lujo ver circular esos coches llenos de post-It con frases tan nacas y originales como “T amo BB”, “soi egohista, no T comparto con nadie”. Solo hizo falta uno con el lema: “soi kursi y ke”. Obvio que no faltó quien al ver al orgulloso conductor en el semáforo le gritó: “¡me saludas a la ciega!”. En ese tránsito tan nuestro que es orquestado por el sonar de los cláxones, de tan bonito que se escucha dan ganas de encerrar a quienes lo tocan en un cuarto acojinado con música de Metallica a todo volumen.

Ya que toco el tema de gente insoportable, a más de alguno nos ha tocado escuchar a esas personas que les encanta abordar los temas de fútbol, corridas de toros, boxeo, basquetbol o cualquier deporte que esté de moda sin ser aficionados o alardear sobre películas, ignorando nombres de actores, actrices y directores, ¡huy, en las redes sociales abundan un titipuchal de ellos, así como en las reuniones de amigos y familiares! A esta clase de individuos se les conoce como villamelones.

Es una actitud común de ellos sumarse a las charlas de los aficionados de verdad con elocuencia, profundidad o banalidad, pues con ese camuflaje evitan que se evidencie la falta de conocimientos sobre la disciplina deportiva tratada. Otro nefasto comportamiento es cuando acuden a los antros a ver la final de algún encuentro deportivo sin ser seguidores de ningún equipo o pugilista, ocupando el lugar de quienes en realidad sí lo son, algo así, como si un ateo ahora con la efervescencia mediática de la visita del papa hubiera acudido a verlo.

Más el aficionado no es tonto, pues sabe que tal elocuencia es por simple moda o tendencia, ya que en épocas del mundial cuando juega el tricolor, lo más seguro es que se pondrán la camiseta de la selección nacional sin siquiera saberse los nombres de todos los jugadores, eso sí, de seguro saben quién es el Chicharito o de plano sin ningún ápice de vergüenza preguntarán cuál número lleva para identificarlo en la pantalla, peor aún, no tener idea de las reglas del balompié –para ellos, ser especialista es lo que menos importa.

Por seguridad, orgullo y vanidad siempre le van a los ganadores, en pocas palabras, un villamelón nunca pierde, él siempre tiene la razón con sus “acertados” comentarios sobre los loser, además se pasa de malinchista con la onda de que sus equipos favoritos son de otros países justificando así ante sus amistades el desconocimiento de los nuestros. Cuando muere un cantante o escritor, segurito comprarán toda la discografía o bibliografía con tal de aparentar que son fan y pondrán cara tristeza, en el caso de los músicos finados, durante varios días, el villamelón hará sonar las canciones para que todos nos demos cuenta de que lo extraña, ¡por favor –pon aquí el nombre del intérprete que aborreces–, no te vayas a morir!

Yo no podría ser así, pues mi físico me delata, además es sabido por los que me conocen –y no saben quién soy en realidad– que ninguna disciplina deportiva me gusta, es más, ni la matatena ni el bebeleche pues fatigan mi cuerpecito, por lo tanto, estimado lector, si presentas una de las características antes mencionadas, ten la plena seguridad que eres todo un villamelón.

No hay comentarios: