miércoles, 6 de mayo de 2015

Reconciliarse con la lectura

A partir del año 1995, el 23 de abril la UNESCO estableció el Día Internacional del Libro, se optó por esa fecha debido a que por una mera casualidad del destino o tal vez por el simple gusto de hacerlos coincidir, fue un día nefasto para la literatura mundial, ya que supuestamente tienen su encuentro con la muerte Miguel de Cervantes Saavedra –que por cierto algunos aseguran que murió un día antes– y William Shakespeare en 1616, ambos escritores, el primero de ellos de una multicitada novela que pocos han leído completa y el segundo por su amplio sentido dramático, cuyas obras han sido mayormente conocidas a través de películas que por haber sido leídas.

Para que existan libros debe de haber lectores originales, no como esos que leen por obligación, es decir, los estudiantes, quienes son forzados a leer dizque para instruirse o lograr aprendizajes señalados en un aburrido programa de estudio, mucho menos esos que para matar el ocio se refugian en la lectura. Se debe de leer para vivir mejor, para tener un desarrollo pleno como cada personaje ficticio de los libros, descubrir sentimientos ajenos que comparados con los nuestros distan de mucha imaginación pero que nos alimentan la pasión.

Dicen que en nuestro país la gente no lee, luego hay muchos que terminan haciendo realidad esto con sus pobres campañas de fomento a lectura, ¡hágame el pinche favor! Esa tontería de regalar libros que ni siquiera motivan su lectura, en serio que no ayuda. Si nos pusiéramos a reflexionar, desde chiquitos a los mexicanos nos gustan los libros, acuérdese cuando le regalaron su primer libro, no hago alusión a ningún comic, sino a algún texto de los Hermanos Grimm, a veces sin saber leer, te encantaba que alguien mayor te lo leyera, es más, memorizabas cada página e incluso sabías lo que en ellas estaba escrito. La aversión hacia ellos viene con el ingreso a la escuela, cuando el profesor obliga a sus estudiantes a transcribir capítulos completos a su libreta de doble raya, escribiendo entre las líneas delgadas los círculos que diseñan cada letra y en los renglones grandes las líneas largas que las complementan.

En estos ejercicios no se fomenta la lectura, se promueve la escritura, lo peor es cuando el docente abusa de este método con tal de disfrutar recesos en su labor, pues mientras los educandos están entretenidos copiando esas lecturas, éste puede ir a charlar con algún colega o darle una hojeada al periódico. Agréguenle a ello que la lectura se aprende deletreando, en lugar de reconocer la imagen de la palabra, provocando un cansancio por las letras y lo más triste, ignorar su contenido. He aquí el éxito de los comics, pues los dibujos vienen a surtir un efecto analgésico a ese cansancio de la interpretación de las letras.

Además, algunas lecturas en los llamados Libros de Texto no son para los infantes de primaria, recuerdo que cuando iba en ese nivel me pareció muy denso e incomprensible a la vez el Cantar de mío Cid, pero más lamentable fue que mis dudas no encontraran argumento satisfactorio en las respuestas que mi profesor me daba. Creo que el cariño por los libros llegó, cuando mi hermano mayor sin ningún culto o respeto hacia su pequeña biblioteca, dejó que jugará con ellos, construyendo casas o carreteras para los cochecitos, pues de pronto se abría uno en cierta página que atraía mi atención y terminaba leyéndolo completito, así nació mi pánico por las ballenas gracias a Moby Dick, el terror por la creatura del doctor Frankenstein en la obra literaria de ciencia ficción de la británica Mary Shelley, la capacidad deductiva de Sherlock Holmes y los viajes de ida y vuelta debido a la imaginación de Julio Verne.

Amigo, si deseas reconciliarte con la lectura, piérdele el respeto a los libros como objeto, aprecia mejor sus historias o las aventuras que ofrecen, es por eso que si deseas subrayar lo que te guste de ellos, lo hagas, tampoco temas a doblar la página con tal de indicar dónde te quedaste; si lees, por favor no intentes cerciorarte de cuántas hojas te restan o peor aún te brinques capítulos con tal de terminarlo más rápido, recuerda no es más inteligente el que se dice haber leído más textos, sino aquel que se apasionó con el contenido de uno y al concluirlo le dejó la necesidad por continuar leyendo. Recuerda que los libros no deben de ser motivo para que te aísles, al contrario deben de generar puentes de comunicación entre el que lee y los que no lo hacen.

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