miércoles, 20 de mayo de 2015

¡Leer, o no leer, esa es la cuestión!

Hay quienes afirman que nosotros no leemos, que nuestra sociedad además de ser falsa como dice la canción de José Alfredo, no es lectora, ¿eso es una realidad? También habrá quienes argumenten que si lo hacemos, pues es común observar avisos, señalamientos y publicidad en la calle, además de documentos y títulos, los postits de colores – ¡ah, que pinche naco es llenar de ellos el carro del festejado! –, si a esto le sumamos toda esa cantidad de letras que enviamos a través del WhatsApp, las frasecitas doble moral de nuestro muro en el feis, el número de caracteres de un tweet, etcétera, entonces decir que los mexicanos no leen es una falacia.

A que voy con estos argumentos que para los letrados tal vez sea otra de mis idioteces, es que la idea de que no leemos los mexinacos es absurda, pues en realidad si lo hacemos, es decir, no le dedicamos tiempo a chutarnos un libro completito, que creo ahí radica la queja de quienes si leen uno o tal vez varios libros. Ya que toco este asunto, si ustedes quieren pueden consultar en YouTube, un video donde a varios políticos les preguntan por tres libros que marcaron su vida, la mayoría de los encuestados resultaron muy religiosos, pues la Biblia fue el texto más citado, además de concentrar su lectura en un autor alternativo de nombre Frankan, quien escribió dos obras de la literatura universal: La Metamorfosis y El Diario de Ana Frankan. ¡Qué bueno que no dijeron Mago Frank! Claro que hago alusión al del Conejo Blas.

Uno de ellos en su desesperación por la balconeada, se atrevió a decir que no se puede comer pinole y chiflar al mismo tiempo, es decir, o haces propuestas políticas o lees, excusa que bien podemos todos argumentar a favor nuestro por el empleo que desempeñamos, pero en la profesión de la docencia sería absurdo decir que no leemos, digo, ya de perdida los textos que nos regalan las editoriales, pero a veces ni eso, pues es tarea del alumno hacerlo por nosotros. Razón por la cual también a quienes ejercemos la docencia se nos llega a juzgar por no leer, lo cual en lugar de acercarnos a la lectura, termina por hacer un muro de prejuicios entre el acervo bibliográfico y la práctica profesional, dejándola en manos de la infalible improvisación.

Además tal afirmación de que no se lee en nuestro país no es muy específica, ¿se refiere a que no se lee nada o a que no se lee algo en particular? Por otro lado, los mexicanos que si leen en comparación con la producción editorial se aleja de ellos en porcentajes enormes. La queja será siempre por no incrementar nuestro acervo cultural a través de libros, pero, ¿todos son buenos? ¡Claro que no! Hay autores que son cloroformo puro, otros que están del bostezo, ahora bien, si consideramos entonces la calidad del contenido bibliográfico, porqué insistir en que se lean libros y no otras cosas, pues la creación literaria ha cambiado, ya que evolucionamos de la hoja impresa a la página de un blog en internet, lo que significa que ahora un lector es aquel que lee 140 caracteres y lo hace a diario. Entonces, ¿leemos o no leemos? Esa es la cuestión.

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