miércoles, 11 de febrero de 2015

Despedazando mitos

En la actualidad, mito es una verdad no comprobada que algunas de las veces, al demostrarse a través de estándares científicos, se descubre si es cierto o falso. Ante tal afirmación, un antropólogo es capaz de refutarme y apoyarse en el plano religioso para decir que no todos los mitos son mentiras, más bien, son una verdad absoluta desde una perspectiva diferente de la existencia.

Recuerdas cuando en la Primaria la profesora te ponía un tache en las sumas y tu sabia madre, para inflarte la autoestima ante las mamás de tus compañeros a la hora de la entrega de calificaciones, de forma ufana afirmaba: “¡Si Einstein reprobó matemáticas y llegó a ser un genio, cómo carambas m´hijo no va a poder ser licenciado!” Hoy, gracias a las investigaciones de biógrafos, sabemos que Albert Einstein, efectivamente, alguna vez sacó resultados reprobatorios para el ingreso a alguna escuela, pero ello no le afectó su alta capacidad en el área de las matemáticas.

Cuando no alcanzas la estatura suficiente en la adolescencia te entra la “depre”, pues temes ser sujeto de mofas por tus cuates, razón por la cual practicaste basquetbol, te aventaste del bungee y ni así aumentaste ni un centímetro. Lo único que te consuela es saber que a pesar de sus medidas, Napoleón Bonaparte gobernó Francia y fue un genio bélico. Para desilusión tuya, historiadores afirman que Bonaparte no era bajito, pues medía 1.73 metros, estatura que estaba por arriba de la media francesa en sus tiempos.

Durante la infancia, cuando te apasionaban los viajes espaciales gracias al tesón de tu mamá para que no hicieras berrinche por ir a la escuela, pues te embelesaba narrándote tu propia experiencia futurística de ser a astronauta gracias a tus estudios en aeronáutica, pintándote una escena donde te encontrabas en el interior de alguna nave en el espacio, mientras por la escotilla te sorprendías de ver la Muralla China y los topes de cierto municipio, anécdota que motivaba tu ingreso al recinto escolar sin ninguna objeción.

La triste realidad es que varios cosmonautas aseguran que ningún objeto hecho por la humanidad en la Tierra se puede visualizar desde el espacio sideral.

De niño, cuando accidentalmente te tragabas un chicle, “la jefecita” te espantaba diciéndote que las tripas se te iban a pegar, afirmación que te hizo ganar valor y preguntarle al médico si eso te podría suceder, a lo cual éste le abonó más pánico, asegurando que el estómago no los puede digerir. Lo cierto es que cuando mucho durará en la barriga por unas horas, en cuestión de días desaparecerá sin dejar huella, o sea, olvídate de que lo tendrás en tu vientre toda la vida. En pocas palabras: estás así de robusto por tanto que tragas y no por las gomas de mascar atoradas.

De todos esos mitos, la moraleja que me legaron fue: no ser una eminencia matemática, pero si un licenciado como lo pronosticó mi cabecita de algodón. La industria de la aeronáutica dejo de atraerme gracias al rock. Pero consciente estoy de que seguimos poblando un raro planeta, donde las personas se conforman con las apariencias. Los domingos, mientras los adultos reposan la cruda, sus hijos continúan viendo por televisor una emisión surrealista de “En Familia con Chabelo”, en el cual les programan que en esta vida todo puede cambiarse por algo que mejorará o empeorará su situación, que todo es producto de controlar los anhelos, razón por la cual existe esa inseguridad sobre lo que es verdad y lo que es mentira.

No hay comentarios: