miércoles, 19 de noviembre de 2014

Ignorancia azul

Hace un resto de tiempo que el abuelo Churío ya no está en este mundo, por lo tanto nunca supo de la existencia del VIH y la enfermedad del SIDA o del ébola, la caída del Muro de Berlín, las guerras del Golfo Pérsico, de Afganistán y de Irak, el 11-S, la legalización de la marihuana y los matrimonios homosexuales, los cambios tecnológicos que repercutieron en la comunicación encabezados por internet; sucesos que con toda probabilidad mi abuelo habría observado y fiscalizado con su peculiar sarcasmo.

Les puedo asegurar de que si hoy viviera, se estaría sujetando su enorme panza tuxquera con tal de contener las carcajadas producto de la admiración burlona que le ocasionaría el saber de la existencia de un controversial símbolo, el cual como muchos otros, ha sido modificado su razón de ser gracias a la malversación de su uso. Me refiero a la nueva función que agregó el WhatsApp, la cual consiste en colorear en tono azul celeste las palomitas dobles que antes indicaban de recibido el mensaje y ahora al ponerse azul alertan a los usuarios de que su mensaje ha sido, dicen que leído, más yo diría que ha sido visto, pues muchos ni lo leemos con atención o simplemente lo checamos para saber de quién es.

Para algunos, tal función fue recibida con beneplácito, mientras que a otros les cayó como patada de mula en los bajos, pues ya no van a poder fingir que aún no les llega ningún mensaje o que de lo “ocupado” que están, no han tenido tiempo para revisarlo, incluso hay quienes interponen que con ello han perdido el derecho a su privacidad. ¡Sí cómo no! Así o más incongruentes. Digo, si quieren privacidad, pues para qué tiznados instalaron el Güats.

Lo curioso de todo esto, es que también estas palomitas -que se asemejan a dos logotipos de conocido desodorante apareándose-, se hayan convertido en símbolos que causen sensaciones celoso-psicópata-obsesivos en algunos individuos al percatarse que son totalmente ignorados por sus receptores. Ante tal drama por parte de los emisores, quienes los reciben han intentado desde aplicar la excusa de que se le descargó el celular, poner el aparato en el “modo avión”, regresar a viejas versiones del WhatsApp, desconectarse de la red o ya de plano desinstalarlo y utilizar alguna aplicación semejante; recurrir a sitios web donde les aseguran proporcionarles herramientas para disimularlo, consiguiendo solamente facilitar de forma inocente su número telefónico a desconocidos.

Como dicen: “La culpa no es del indio, sino del que lo hace compadre”, ya que uno es el responsable de esto. Aquí no es como el Facebook, pues a todos los que tenemos agregados en el guatsap los conocemos, pero no sabemos quiénes son. Es decir: “Caras vemos corazones no sabemos”. ¿A poco no es bien entretenido pasar cierto tiempo de diversión en el baño observando las fotos y leyendo los estados de nuestros contactos?

Lamentablemente es patético que la unión de dos palomitas azules esté generando división al hacer sentir a sus usuarios que son ignorados, cuando no se responde el mensaje a tiempo. Si tanto le preocupan estos símbolos, déjese de tonterías y haga los diálogos artesanales, o sea, hable de frente con las personas y lo que quiere decir expréselo cuando estén a su lado.

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