miércoles, 5 de noviembre de 2014

Ay va la neta

¡México lindo y qué Rigo! Por supuesto que me refiero al de la Costa Azul, ese que ahora forma parte del amasijo de muertos vivientes que caminan por la senda del recuerdo de todos nosotros. ¿A poco no cada vez Pedro Infante canta más bonito? Como dijera el maistro Alex Lora: “Si quieres conocer tus defectos, ¡cásate! Y si quieres conocer tus cualidades, ¡muérete!”. Ora sí que el hecho de estar aquí, donde en el día hacemos la guerra y por las noches el amor, con este adagio sale sobrando estar.

Creo que lo que importa es lo que hacemos en vida y ya cuando seamos difuntos, la gente que se quedó lo platicará por uno aquí, justo en donde y a pesar del precio del limón, ese cítrico sigue siendo el acompañante de todos los alimentos, incluso hasta para remedio -ojo, no es medicamento, es remedio-; aquí, donde a pesar de contar con cadenas de supermercados, las marchantitas van al mandado a los tianguis. ¡Qué bueno es apoyar la economía de nuestra gente! Lo ridículo es que contando con estados que producen café de primera, incluso de exportación, sigamos consumiendo el de manufactura extranjera.

Aquí, donde es todo un lio ir de compras con un billete de alta denominación, pues curiosamente si una tienda no tiene cambio, en ninguna parte lo habrá; justo en un lugar en donde hacemos fiesta incluso en los velorios, a los cuales asisten además de los familiares cercanos y lejanos, hasta personas que ni siquiera conocías; aquí, donde se organiza un guateque y tenemos la difusa idea de que aparentamos bonanza si los realizamos en McDonald´s o Starbucks, ¡quesque porque le da cache! Lo que muchos ignoran es que a esos sitios en otros países es donde acuden los indigentes, y en una nación donde a los afroamericanos, asiáticos y gringos los consideramos el centro de atención, pero lamentablemente seguimos viendo como inferiores a cualquier sudamericano, además de detestar a los argentinos.

Los mexicanos no somos racistas, somos clasistas. Es más, la mayoría a pesar de ser clasemedieros, nos sentimos de la hi-socialité, con la vaga idea de que un sinónimo de ello es ser consumista, o sea, salir con las bolsas de los centros comerciales llenas de cosas que ni siquiera necesitamos. Consideramos al presidente y los gobernadores nuestros iguales, los tuteamos e incluso les ponemos sobrenombres; tendemos a llamarle a las personas y a algunas cosas en diminutivo, así como si las apreciáramos de verdad o las viéramos como pobrecitos; estamos conscientes de cuánto dura un ahorita y cuándo es al ratito.

Nos escandalizamos del maltrato a los animales y se nos hace natural ver a gente arriesgar el pellejo en los semáforos por unas monedas, pero libres de impuestos. Dicen que somos homofóbicos y cuando albureamos hacemos referencia a temas fálicos. Pese al disfraz de civilización de algunos, nunca hemos dejado de ser machistas. Un claro ejemplo es el nalgapower, es decir, cuando se contrata a las damitas no por sus habilidades laborales, sino por otras cualidades. En pocas palabras continuamos pensando con las hormonas en lugar de las neuronas. Nos incomoda que cada seis meses cambie el horario, pero nos importa un carajo ser puntuales.

Ya de por sí a la raza no le gusta la escuela, peor aún que en los baños no les pongan jabón y rollo, entonces, ¿cómo queremos que estudien? Ahora que toco este tema, me da no sé qué cuando llegas a los baños públicos de algún mercado o plaza y te cobran por utilizarlos, además, si ya diste el cover, es injusto que te racionalicen a 18 cuadritos.

Dizque la zorra nunca se ve su cola, es por ello que aquí le paro, pues van a preguntarse: ¿a poco este no hace lo mesmo? ¡Claro! Me cuachalanga rete harto el pozole los sábados con tortilla, el birote relleno de frijoles fritos con litros de refresco por las mañanas, salirme a sentar al quicio de la puerta en las tardes al caer el sol, hacerme ojo de hormiga cuando llega el abonero, ponerme contento cuando es quincena a pesar que sólo sea por ese día y pedir prestado centavos que nunca pagaré.

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