miércoles, 4 de diciembre de 2013

Capados

“Veo tantas chicas castradas
y tantos tontos que al fin
yo no sé si vivir tanto les cuesta”. Charly García


En la antigüedad existía una estirpe de hombres conocidos como Eunucos, cuya característica principal era estar cercenados de su miembro viril y del tejido testicular, para desempeñar la función de servidores o vigilantes de las reinas, del harén y de las demás concubinas del monarca o emperador. Gracias a ese puesto dentro de la realeza, algunas veces se convertían en consejeros del mandatario, quien pensando que conocían sobre la vida de las mujeres y de la sociedad aceptaba sus ideas, razón por la cual muchas de las decisiones que se aplicaban a los súbditos eran producto del ingenio de unos capados.

No es sorpresa que en pleno siglo veintiuno continúen existiendo personas que no están castradas de sus genitales, están carentes de iniciativa, se les pide hacer algo y buscan a otros para que les ayuden o más bien hagan la actividad por ellos; procuran sacar lo más aprisa su trabajo con el apoyo de los demás, para estar sin ninguna preocupación haciendo alarde de eficientes; muchas de las veces por esa prisa de “hacer” todo rápido echan a perder lo que debiera estar bien; la verdad cuando conozco a alguien así, prefiero ignorarlo y fingir que no existe, digo, para qué hago corajes con sujetos que no tienen ni siquiera razón de ocupar su puesto laboral.

Los profesores también hemos llegado a transformar en eunucos a los estudiantes, primero cuando nos hacemos de la vista gorda a sabiendas que ese alumno carente de habilidades académicas nos entrega la tarea o el trabajo escolar copiado de otros o sacado de forma fiel de la Internet, hasta con los hipervínculos, de igual forma cuando el estudiante autodidacta nos hace preguntas que no somos capaces de responder o complementa el tema visto en clase e incluso llega a superarnos en información y salimos con la guarrada de “¡ah, si eres tan chingón, pues da tú la clase!” o “joven, por favor no diga pendejadas” a sabiendas de que tienen la razón.

Qué decir de aquellos que gracias a lisonjas, ocupan puestos importantes dentro de la escala laboral, pero de sus capacidades para desempeñarlos están castradísimos, más no es de preocuparse, para eso tienen a todos sus subalternos que le harán la chamba. Peligroso resulta ese eunuco que da consejos, se cree experto y expresa recomendaciones sobre diversos temas que considera domina, pero en realidad ni siquiera posee un ápice de experiencia o sabiduría.

Estimado lector, no se deje apantallar por estos, haga las cosas que deba de realizar como si fueran para usted, no de consejos si ni siquiera los aplica para sí mismo, deje que los demás expresen sus ideas, no intente aparentar que es el que lo sabe todo, por favor no sea un capón o tal vez sobrado de eso que creemos que no tiene.

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