miércoles, 13 de noviembre de 2013

Adictos Acérrimos al Facebook

Como especie de banquillo de acusados el individuo se para de su asiento, coge el micrófono en sus manos, su corazón late aceleradamente, toma una fuerte bocanada de aire por la nariz. Hola, soy Mavina Kryiacos Panaiotou, también yo he sido de los que se pasan más de cuatro horas frente a un monitor, observando lo que otros dicen, hacen y creen que estar ahí es importante para la vida de los demás.

Me considero un ser humano común, procuro ser muy comunicativo, pues como todos tengo miedo a la soledad, por lo tanto, es normal que aproveche el primer momento de silencio para hacer del dominio popular posteando en mi red social favorita lo que estoy haciendo. Considero que no es anormal que hasta tome foto a ese apetitoso sope de pata y lo etiquete a mis amigos pa´que vean que si me alimento sanamente.

Gracias a esta red, no tengo que recurrir a un diario de esos que se cierran con un candadito en forma de corazón bien nice, simplemente tecleo sobre el muro del feis mi estado de ánimo y muchos abrirán su corazón para solidarizarse conmigo, es más, realizar tal acción ha multiplicado el número de amigos, tengo hasta ahora 5,953, ¡no se me ha subido, y eso que bien podría ser considerado un “Facebookstars”!

Estando conectado siento más seguridad, ya no temo cometer errores de ortografía, pues sé que entre peor escriba, seré más popular y aceptado por el círculo social que me sigue, allí no hay esos mamones acomplejados intelectualoides de redacción que intenten corregirme; disfruto mucho de observar y leer todo lo que suben mis contactos y más aún de quienes no lo son, ya que los pobrecitos inocentes no saben que los sigo en el anonimato, divirtiéndome de las burradas que hacen.

Es un lugar donde los amigos a pesar de no conocernos físicamente, cada cumpleaños nos felicitamos, enviamos abrazos y besos escritos, expresamos nuestros sentimientos con tanta libertad que el anonimato nos permite, pues muchas veces perdemos la vergüenza y somos capaces de escribir declaraciones de amor a quien nos guste, y es que en sus fotografías de perfil lucen tan bien que incluso hay quienes se enamoran de esas personas. Como toda amistad a mis amigos también yo les doy lo mejor de mi perfil, trato de ser sincero sin dejar de mentir, tal cual lo hacen ellos.

He llegado a creer que el Candy Crush es un invento de Dios, pues este juego nos hermana tanto cuando abrimos caminito intercambiando y emparejando caramelos por sus más de cuatrocientos niveles, pero lo más celestial, son esos amigos que te regalan sus propias vidas o movimientos extras para que continúes divirtiéndote, ¿No es el juego más dulce que existe?

Lo único que si me enfurece, hasta me he llegado a enfermar del sistema nervioso, es cuando la pendeja internet está lenta o la red social no funciona correctamente, es la locura que no esté funcionando al cien, eso me irrita y busco no a quien me la hizo, sino más bien, quién me la pague, las manos del individuo en esos momentos destilan hilillos de sudor, mientras como garras aprietan el micrófono, la camisa asoma lamparones producto de la transpiración, afuera del lugar a un costado de la puerta se lee en medio de un círculo blanco con letras negras, “AAFb. Centro de rehabilitación para adictos al Facebook”.

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