jueves, 8 de agosto de 2013

Taquitos de lengua*

Siempre que me encargan redactar un texto, la vanidosa musa se pone sus moños, por más esfuerzo que hago, la muy ingrata no me regala un pedazo de inspiración; el siguiente texto lo escribí a solicitud de una estimada profesora de primaria que preocupada porque sus alumnos se adentraran en el mundo de las lenguas étnicas, me pidió redactar algo breve que versará sobre el citado tema.

Como de costumbre, la escurridiza musa no se presentaba, buscaba libros, consultaba la red y nada; no fue hasta que un día sentado en una de las bancas que se ubican en el jardín que colinda con la escuela primaria, escuché a unos chamacos de uniforme manchado en rojo por la paleta de hielo sabor jamaica que imagino degustaron durante el recreo, jugaban un divertido trabalenguas en náhuatl. De pronto en lo poco amueblado de mi cerebro una luz se encendió, ¡no tan brillante como hubiera querido! Pero de esto a nada, surgió lo siguiente:

Los aborígenes de Oaxaca –que en nuestro castellano se pronuncia oajáka o guajáka, y que en lengua náhuatl era “Huāxyacac”, de Huāx que significa huaje–, enseñan a los extranjeros a hablar nuestro idioma llevándolos a los tianguis, donde al mostrarles cada uno de los productos que ahí se venden fijan su significado pronunciando el nombre de estos.

Nosotros podemos utilizar el mismo método de enseñanza de los oaxaqueños para aprender una de las lenguas que todavía se habla en nuestro México, me refiero al Nahua, sólo basta acompañar a mamá cuando vaya al mercado o al tianguis para buscar los ingredientes de ese exquisito guacamole, esta salsa espesa que incluye aguacate molido o en rebanadas mezclado con jitomate, cebolla y chile, cuyo nombre se deriva del náhuatl “ahuacamolli”, que combina dos vocablos, “ahuacatl”, es decir, aguacate, fruto de color esmeralda cuyas formas se asemejan al de la pera y que se traduce como testículo, y de la frase “molli”, o sea, mole o salsa.

Ahora sólo falta agregarle el jitomate que es el fruto de la tomatera, que también proviene literalmente de xictli que significa ombligo, por eso de asemejarse a los ombliguitos brotados de sus bebés; así como el ingrediente que no puede faltar en toda dieta del mexicano, me refiero al chile cuyo origen náhuatl es chilli o xilli, y que hasta el momento se desconoce el significado de esta planta herbácea, lo que si se reconoce es su sabor en todas las comidas, pues si de ser mexicano se trata no hay platillo que carezca de este aderezo, así se nos haga o tengamos una ulcera gástrica los alimentos no saben igual sin tan peculiar ingrediente.

Con la cebolla que para algunos es palabra de origen egipcio o incluso se ha clasificado de incierto por otros expertos lingüísticos, ya podemos preparar ese guacamole e incluirlo al itacate que mamá nos pondrá para comerlo con tostaditas durante el recreo, ha por cierto, itacate también es una palabra náhuatl que se traduce como mochila, bueno los dejo porque ya me dio hambre de esa que hace que tu intestino grande se coma al chico.


*Texto elaborado para la exposición de lecturas sobre el rescate de lenguas étnicas en la Escuela Primaria Dr. Miguel Galindo.

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