miércoles, 31 de julio de 2013

El moderno Prometeo

A veces como el doctor Víctor Frankenstein, me pregunto, ¿por qué lo creé? Considero que por no aparentar analfabetismo cibernético o por no ser considerado un anticuado a mis cuarenta y tantos. Lo cierto es que desde la creación de mi perfil en Facebook y hasta la fecha tengo seiscientos “amigos” de los cuales físicamente conozco un treinta por ciento, los demás son conocidos de mis contactos que se me han agregado o yo mismo los invité.

A este medio le llaman red social, mas yo no sé si invertir más de cuatro horas aplastado frente a una pantalla que ya no es televisión, tenga algo de sociable –digo, cuando veías la programación de alguna televisora, comentabas con los que estaban cerca lo que ahí ocurría o que tiene de social escribir en su supuesto muro dizque lo que piensas, con tal de saber el grado de aprobación de los otros, ¿es rating o qué?

Estimado lector, si al escribir “hasi” en la citada red, te aparece con un subrayado en color rojo, es que tu ortografía está de la tiznada, aprovecha esa virtud de tu navegador y corrige las defecaciones que haces cuando redactas, por piedad ten un poco de respeto a los que tenemos la paciencia de descifrar lo que intentas decirnos, ¡no somos Indiana Jones, ok! También no le encuentro lo hermoso a postear la fotografía de un plato de pozole con el huesote de espinazo al centro sazonado con un titipuchal de chile, la verdad que ni a mi mascota se le antojaría.

No le veo lo atractivo a todos esos que a diestra y siniestra te etiquetan fotos donde ni siquiera sales o peor aún donde sí sales pero no querías estar en ella o no deseabas que “alguien” supiera en dónde estabas esa vez que aseguraste ir al cine, mas hubo un tipo ignorante de tu embuste que la subió y te metió en un problemón, por eso apreciado lector, no eche mentiras, intente decir la verdad, pues tarde o temprano saldrá a relucir lo real.

Igual de ridículo es iniciar sesión y al ir al perfil te topas con accidentados tipo la revista el “Alarma!”, chicas en paños menores o enseñando sus enormes atributos y lo peor que cuando lo abras estén a tu alrededor gente de corto criterio que lleguen a juzgar tu persona como un pervertido, ¿uno qué culpa tiene que los enfermos sean otros?

Hay quienes han convertido a este espacio en un tribunal de justicia donde exponen a sujetos que han mancillado desde animales hasta seres humanos, subiendo su foto y escribiendo en un recuadro la maldad hecha, para que sus contactos le den “me gusta” o la compartan con los demás amigos, ciertas veces esto es un simple escaparate, donde muchos pueden convertirse en celebridades de las redes sociales. Ya que abordo el tema de los like, debería de haber alguna otra forma de opinión además de esa para calificar, pues es patético ponerle “me gusta” a las fotos donde alguien indicó que se fracturó algún hueso o perdió a un ser querido.

Ahora viene lo más tenebroso, nunca se ha puesto a pensar cuantos conocidos que no son sus contactos dedican un tiempo de las veinticuatro horas de su miserable vida a observar lo que hace en el Facebook, le puedo apostar que hay infinidad de estos cobardes que sólo se la pasan escandalizándose o haciendo guasa de sus intentos por seguir vigente, más no se preocupe, recuerde que para muchos seguimos valiendo la pena como persona y a quienes supuestamente no le interesamos somos algo vital para sus jodidísimas vidas.

Creo que con este último encuentro exoneración a mis culpas de tener un mal tan “necesario” como lo es el feisbuc, pues si lo comparamos con la creatura de Frankenstein, la cual nació siendo buena, más al entrar en contacto con los hombres se pervirtió, algo semejante sucede con tal red social, hasta la próxima, ¡ah, y no olvide aceptarme!

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