miércoles, 6 de marzo de 2013

Como jumentos en primavera

Hace unos días concluyó el mes del amor y la amistad, que de hecho sólo fue un día, en donde todos disfrazaron su humor de lobo con piel de cordero e intentaron ofrecer un ángulo positivo a sus conocidos, después volvieron al tradicional concepto de “amigo”, ese que te halaga por delante y te escupe por detrás; con el arribo de marzo llegan también las temperaturas altas y con ello la ropa ligera, en las damas se observan esas microfaldas, los tops y los escotes amplios que dejan ver el relicario que protege sus corazones, por su parte los hombres, los que no tienen senos de gorila y están musculosos, pues andan por la calle en camisa interior sintiéndose Charales Atlas… digo, Charles Atlas.

Esas maneras de vestir son claros indicadores de que la primavera se aproxima, entonces se manifiesta un extraño fenómeno en los seres humanos y en especial para los colimotes, nos pone más fervorosos que en ningún otro mes en asuntos de cortejo, digo, si en los animales y en la naturaleza es tiempo de apareamiento, ¿por qué nosotros habríamos de quedar exentos?

Es precisamente en esta ardiente estación del año, cuando al ir a pincel por las avenidas de la temperamental Ciudad de las Palmeras, descubro a cientos de masculinos cambiar su contacto visual con la féminas por un escáner e incluso hasta anhelan la visión de rayos equis de Superman, es más, a veces tengo la impresión de que todas las mujeres les parecen atractivas, es como si el concepto de fealdad desapareciera, ¿será un síndrome? Creo que sí, pues este síndrome del burro primaveral también se manifiesta en las hembras, nada más que ellas si son más selectivas, pues primero desean ser cortejadas por tipos caritas o galanes, pero conforme transcurre el tiempo y no se acerca ningún prospecto, aceptan lo que caiga y como venga.

Este síndrome no tiene edad, incluso desde preescolar con la mamarrachada esa de que ya desde este nivel educativo existen las candidaturas para reinas y reyes de la primavera, a los chamaquitos se les alborota la libido, entonces los reyecitos ya quieren besar a su respectiva majestad y los progenitores se hinchan de orgullo, porque su gallito empieza a querer pisar pollitas, ya los quiero escuchar cuando lleguen a la arborescencia… ¡ups! Perdón adolescencia e intenten “Jugar a la basurita” con cualquiera, en donde ellas se tiran al suelo y ellos las rejuntarán, para luego katafixiar su mochila por una pañalera, arruinando así su juventud.

Dice un conocido que trabaja en farmacia, que es precisamente en esta época cuando más condones se venden, ¡qué bueno, así evitamos incrementar la tasa de crecimiento demográfico y la proliferación de enfermedades venéreas! Pero hay quienes les guste el deporte extremo y no lo utilizan, pues qué lástima en su salud lo hallarán. La pastillita azul es otro producto que incrementa su venta durante la primavera y según este cuate, no sólo la compran personas de la tercera edad, también menores de cincuenta años, imagino que con el propósito de contar con ayuda extra, ¡ah que mis pollinos, tan aguzados!

Por mi parte, cuando empiezo a experimentar la sintomatología de este síndrome primaveral tomo en cuenta ese dicho popular que recita “de la moda, lo que te acomoda”, entonces pongo en práctica lo que en el cine de la década de los ochentas aprendí del arte de la seducción con mi pareja, claro, siempre y cuando ella también quiera estar a la moda.

No hay comentarios: