miércoles, 17 de octubre de 2012

Chambas emergentes

Se nota que nuestra ciudad está incrementando a pasos agigantados su índice demográfico, pues en lo que va de este 2012, según cifras del Consejo Nacional de Población, existimos 623, 484 personas, de las cuales 313, 210 somos hombres y 310, 274 mujeres, esto significa que las salas de maternidad de hospitales se abarrotan debido a la reproducción a gran escala que los colimenses realizamos todos los días y, por las noches también, si a ello le agregamos que de acuerdo a la Secretaría de Salud en el Estado, la tasa de mortalidad neonatal ha menguado de 11 a 5 por cada mil recién nacidos vivos en los últimos cinco años.

Pese a esa explosión demográfica nuestro Estado no ha experimentado efectos negativos, pues en julio de este 2012 registra una tasa de desocupación del 4.29%, dos puntos menos que el año anterior y en el segundo trimestre 324, 689 personas cuentan con un empleo, de los cuales el 20.5% pertenecen al sector informal.

Es precisamente esta inmensa minoría quienes ejercen los llamados nuevos empleos o trabajos emergentes, sujetos que desarrollan actividades no convencionales, como los llamados “viene-viene

”, individuos que se instalan en el estacionamiento de supermercados, fungiendo como remedo de “vigilantes” de automóviles de la clientela, cuya actividad consiste en señalar al chofer los espacios disponibles para estacionarse, verbalmente le indica cómo debe de maniobrar para evitar golpear el coche contiguo, entre otras acciones, recibiendo a cambio unas monedas.

El problema de ellos, consiste en que la tienda o plaza no se hace responsable de lo que hagan, pues a pesar de que siempre están merodeando por sus estacionamientos, la empresa asegura de que son ajenos a ellos institucionalmente; lo peor es que la clientela por la prisa de llegar lo más rápido posible a surtir la despensa, dejan al cuidado de unos desconocidos su medio de transporte, corriendo el riesgo de que le roben ese equipo de sonido que incluso hasta vale más que el carro o se lo lleven completo.

Situación parecida ocurre con los lavacoches nómadas o ambulantes, cuyos lugares de operaciones comúnmente son los estacionamientos de escuelas u oficinas, con su cubeta en mano y sin preguntar a veces lavan los vehículos, para posteriormente con cara de tristeza o con una historia digna de la revista “Valle de lágrimas”, conmueven al chofer, el cual terminará pagándole la limpieza de su carro, si la primera vez caíste en su trama, pues serás su cliente al grado de que termines prestándole una suma en efectivo para comprar sus medicamentos, los útiles escolares de sus hijos o contribuir con la pensión alimenticia que le exige su ex.

Los usuarios de taxis se topan con un tipo especie de valet parking, que al llegar a la base de algún sitio o donde es común tomar taxis, este les indica el turno para abordarlo, semejante al perifoneo de la central de autobuses, nada más que él lo hace gritando, claro que ese berrido tiene la intención de que en un mismo servicio dos pasajeros con destinos semejantes utilicen una misma unidad, así el chofer se verá favorecido, agradeciéndole su colaboración con la módica cantidad de cinco pesitos, que después recuperará al cobrarles un poquitín más de la tarifa oficial. ¿Uno por qué tiene que sufrir las consecuencias de tal contubernio? ¿Acaso en Transportes no saben de ello o simplemente se hacen de la vista gorda?

Ahora sólo nos faltan los franeleros, sujetos que privatizan tramos de la acera de calles o avenidas donde se instalan tianguis, mercados u oficinas que no cuentan con estacionamiento, entonces ellos por amor a la comunidad te permiten estacionar tu coche en “su espacio” reservado con rejas de madera, envases de plástico de refresco de dos litros a cambio de cierta cantidad te lo cuidarán de robos, rayones e incluso si jalas aportando cierta cantidad extra con su franela te lo sacudirán para que la raza ya no te le escriba en el cristal trasero “io si kuido el agua”.

Lo peor de estos empleos es que tengamos o no vehículo, somos partícipes de su proliferación pues inclusive hasta hemos llegado a estimarlos por la crudeza de sus míseras vidas o los hemos odiado porque ganan más que uno y no pagan impuestos, pero como es sabido por todos del amor al odio un paso nos separa o viceversa, ¿usted dígame cuál dio?

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