miércoles, 14 de marzo de 2012

Superstición

"When you believe in things
that you dont understand,
Then you suffer,
Superstition aint the way". Stevie Wonder

Dicen que existen días buenos y malos, claro que todo tiene que ver con el sentido de humor con que se tomen las cosas, igual también depende del optimismo y pesimismo de percibir las situaciones que se manifiestan en la vida, pues es cuestión de enfoques y un toque de subjetividad para que cada individuo se atreva a decir que a lo largo de 24 horas se vivieron momentos positivos o negativos.

Acaba de pasar el primer martes 13 de este apocalíptico 2012, lo más seguro es que algunos hicieron un titipuchal de cosas raras para evitar tener un día de mala suerte como lo señala la antigua superstición de que el número 13 es de mal agüero y los martes, pues como dice el dicho ni te cases, ni te embarques, peor aún si se combinan la fecha con el día, entonces se llega a considerar a este cóctel como un néctar amargo de beber, no confundir con el Viernes 13 (Fryday the 13th) que el celuloide norteamericano nos pinto con todo y el sicópata que utiliza una careta de jóquey para asesinar con tal de erradicar su jodidísimo complejo de Edipo.

Un inseguro servidor no cree en la mala suerte, pienso que se trata de pura autosugestión, pues considero que existen fallas y descuidos en nuestros hábitos y costumbres, que cuando se salen de lo cotidiano, uno los puede percibir como lapsos aciagos, además nunca van a presentarse los momentos de la vida como son idealizados, las cosas suceden porque así son y nadie interviene para que ello se presentara de esa forma, entonces no veo la necesidad de culpar a alguien por nuestras inseguridades.

Razón que sin generar complejos me ha permitido tener de mascotas a gatos negros, cuando se me rompe un espejo deposito los trozos en la basura sin ningún prejuicio, si se tira la sal sobre la mesa simplemente se junta y todo sigue igual, lo único que siempre evito es pasar por debajo de las escaleras y no es porque sea un indicio de mala suerte, sino porque corro el riesgo de que algún torpe se le caiga algo precisamente cuando voy pasando y golpe mi cabeza, ocasionándome un accidente.

Más ya entrado en este escabroso asunto de las ñañaras, creo que existen dos objetos con los que he experimentado algo que bien podría denominar como cierta especie de mal karma, el primero de ellos es con las obras musicales de Jorge Reyes; desde la adolescencia cuando escuchaba algunas de sus piezas autóctonas por el tocacintas continuamente se iba la energía eléctrica en el barrio o el magnetófono engullía la cinta e incluso llegaba a soñar pesadillitas, pero como siempre me resisto a creer en eso, le echaba la culpa a la casualidad; la última experiencia que tuve fue hace un par de años, cuando compré el álbum de “Cupaima” donde este intérprete acompaña con instrumentos prehispánicos a Chavela Vargas, a la mitad de una canción el estéreo empezó a arrojar humos de colores, como señal de que se estaba quemando, rápidamente lo desconecté con el propósito de evitar una catástrofe.

El segundo objeto de mi desafecto es la película del australiano Mel Gibson, “La pasión de Cristo” (The Passion Of The Christ), en la cual como si se tratara de un filme gore, escenifican el suplicio de las últimas quince horas de vida de Jesús a quien apodan el Cristo; cuando fui al cine, en la semana después de haberla observado un imbécil chofer me arrolló sobre mi moto, dejándome tres costillas rotas; al año de distancia del accidente adquirí este largometraje en formato DVD, a los tres días de verla tuve un conato de infarto, no obstante dejé pasar un tiempo y para comprobar sus efectos nocivos volví a verla y a los dos días enfermé de varicela, entonces la única solución que encontré para evitar más daños colaterales fue regalárselo a mi vecino, el que me cae mal por presunción de ser antisemita.

A raíz de esto, con tal de evitar más automasoquismo y ser menos idiota –bueno eso creo–, evado ambos productos, pero no puedo impedir por más que intento el divertirme al observar las mil torpezas que otros cometen con tal de enfrentar un fatídico martes 13, para colmo todavía falta el de noviembre, a ver como les va en ese entonces; ha pero eso sí, para nada soy supersticioso… ¿y usted si?

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