miércoles, 7 de marzo de 2012

Incompatibilidad de caracteres

No hay nada más hermoso que la espera de un bebé, las señoras lucen tan lindas con sus batitas de maternidad, sus zapatos bajitos y el puntiagudo abdomen, claro que hago alusión a esas damas que se preocupan por su imagen, pues también hay mujeres que por sus pinches complejos anoréxicos se resisten a lucir “gordas”, y hacen hasta lo imposible por disimular el milagro de la naturaleza, vistiendo ropas normales que las hacen ver como tamal oaxaqueño.

Pasados los nueve meses de maternidad, nace un nuevo ser, ya sus familiares le tienen un rol definido, los niños deben de utilizar ropas en color azul y las nenas de rosa; con el transcurrir de los años las niñas no se oponen a usar pantalones, en cambio los chamaquitos se niegan rotundamente a portar faldas, bueno siempre y cuando no sean infantes escoceses.

Gran parte de su infancia las hembras a través del juego reproducen actividades del hogar que observan en sus madres durante las labores domésticas, razón por la cual la Barbie se enfrenta a lo caro que está todo en el mandado, los peluches disfrutan de las ricas galletas con mermelada que su dueña les prepara, en cambio los varoncitos se vuelven ídolos del ring, campeones de fútbol y superhéroes, es decir, practican actividades lúdicas que los desvían de la realidad.

Llegada la adolescencia a las muchachas sus madres les enseñan a planchar, barrer, lavar su ropa interior y otras labores “propias” de las mujercitas, por su parte el joven recibe la ayuda extraña de algo parecido al genio de la lámpara de Aladino, pues cuando se sienta a la mesa encuentra un plato con exquisitos alimentos, al terminar de forma mágica recogen su plato y lo lavan, limpian su cuarto, recogen la ropa sucia que tira por toda la casa cuando llega de la escuela y lo más paranormal de todo es que siempre aparece en su guardarropa limpia con un olor al “amor de mamá”.

Con los cambios hormonales las mujercitas empiezan recibir un bombardeo mediático que les estipula poseer un hermoso par de tetas, cintura de avispa y unas torneadas nalgas, pero con la condición de que deben de seguir siendo vírgenes, ¡de qué se trata! Además tiene que buscar un prospecto de pareja, el cual debe de agradarles a sus padres, saber arreglar el televisor de bulbos de la abuelita y tener un futuro solvente en materia económica.

Mientras al chavo le inculcaron por el miedo que cambie de preferencia sexual, que es un garañón, el cual debe demostrar una virilidad machista ante las mujeres, por eso sus prioridades con la que será su futura pareja son fornicar, copular, follar, ir al cine, volver a amancebarse, ir a cenar, seguir fornicando, ¿y la paternidad responsable o el sexo con amor? Es como si para los hombres, las mujeres fueran desechables, productos de utilícese una vez y luego despréndase de ella.

Razón por la cual muchos del género masculino se forman tres conceptos de hembra, la futura madre de sus hijos que será también reflejo de su progenitora, otra que debe de comportarse como una meretriz y la que será su amiga, más nunca su pareja de amor.

Cuando por fin ambos sexos encuentran a la ansiada pareja, ya sea por desesperación o por amor, el hombre descubre que el ser místico que antes le hacia todo en su domicilio se quedó allá, ahora tiene una especie de abogada que de forma coercitiva le impone una equitativa distribución de los quehaceres del hogar; ella tristemente observa como el apuesto príncipe azul se vuelve con el pasar de los días gris y la quiere regresar a su papel de Cenicienta que en la casa de sus padres era.

Entonces se presentan las diferencias, las causantes de divorcio y la separación definitiva, donde dos egos son incapaces de notar sus propios errores, pese a la existencia de terceros que sin temor a afectarlos prefieren desligarse de su pareja con tal de no continuar “sufriendo” y claro que también de ellos; pero lo más irónico de todo es que una vez que se separan les invade el sentimiento de la soledad, entonces deciden encenderle una veladora a San Antonio de Padua con el propósito de volver a tener la pareja perfecta, repitiendo la historia las veces que sea necesario.

No hay comentarios: