miércoles, 15 de diciembre de 2010

Esos guateques decembrinos

Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.

Joan Manuel Serrat

Muchos de mis conocidos saben que al aproximarse las fiestas decembrinas, me pongo algo inquieto, y no es precisamente por los gastos que se avecinan, algunos de ellos dicen que me vuelvo una especie de Grinch, pues comienzo a despotricar en relación a los pretextos que mis conciudadanos inventan para justificar sus pachangas y pedotas que organizan.

Digo, para qué jodidos hacen alusión al término “posada” a la fiesta que organizan para embrutecerse con las bebidas embriagantes, cachondear con sus compañeros de trabajo, platicar las mil y una peladencias con tal de hacer un supuesto ambiente de fraternidad, y lo más patético, eludir a las funciones laborales con el argumento de tal evento.

Además en el trilladísimo intercambio de regalos a nadie se le da gusto, unos consideran los presentes recibidos como poca cosa comparados con los obsequios que ellos entregaron, o sea, en lugar de fomentar el compañerismo o el sentimiento de hermandad, muchos terminan molestos.

Es una pena que la esencia de esas fiestas que nos legaron los frailes españoles durante la conquista para erradicar el politeísmo de nuestros ancestros se haya tergiversado, convirtiéndose en justificaciones del comercio para vendernos millón y medio de porquerías que nadie necesita, por ejemplo, los infantes cada año en su misiva al gordito de ropas rojas, piden cosas más caras que el bolsillo de sus progenitores se aleja del presupuesto; el raquítico aguinaldo se empequeñece con los altos precios, los robos y extorsiones se multiplican, es más, es tan alta la carestía de la vida que en los últimos meses hasta el mismísimo Santa Claus se vio en la necesidad de recurrir al robo, teniendo que asaltar dos bancos de nuestra ciudad, imagino para poder adquirir esos carísimos juguetes, a raíz de esto los anoréxicos imitadores de una conocida tienda de zapatos temen ser confundidos con el original, y remitidos a prisión por hurto.

La pinche estrategia mercantil cada vez se adelanta más, este año les valió un comino que los mexicanos estuviéramos celebrando el centenario de nuestra Revolución durante el mes de noviembre, pues en la mayoría de los centros y plazas comerciales se podía observar a Villa y Zapata compartir departamentos de ventas con muñecos de nieve y flores de “Noche Buena”; los adornos navideños invadieron los hogares y oficinas de nuestro país mucho antes del quince de diciembre, fecha en la que antaño oficialmente de acuerdo al calendario iniciaban.

Lo que me caga de todo esto, es percibir en las personas, como si nada más en esta época es la precisa para ser bondadosos, amables, alegres, felices, etcétera. Para colmo a pesar de ello, la mayoría de nosotros por estar ocupados pensando en seleccionar los adornitos, eligiendo el follaje del arbolito para que sea un buen complemento del diseño de la casa, haciendo la lista de regalos, planeando los platillos de la cena de noche buena, lo cual implica muchas de las veces una fuerte carga de presión, que nos hace olvidar el verdadero espíritu de la navidad; pues con el simple hecho de limitarnos a comprar y envolver paquetes, llegamos a creer que con ello ya cumplimos o nos llena de satisfacción la estúpida idea del compromiso, considero que los sentimientos para aflorar no deben de obligarse, más bien deben fluir por iniciativa propia, en lugar de que jodidas empresas nos los programen como vulgares autómatas.

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