miércoles, 13 de octubre de 2010

Gente bonita

“¿Por qué Dios mío me hiciste tan perfecto?
¿Por qué Señor no me diste algún defecto?
Yo sufro tanto por ser tan diferente quiero
ser feo como toda la gente”. Juan Carlos Gil.


Dicen que en Jalostotitlán, un pueblito jalisciense ubicado en el meritito corazón de los Altos, todas las mujeres, absolutamente todas, son hermosas, es como si los ángeles hubieran parido en esas tierras, es más, existe el rumor de que la actual Miss Universo, Jimena Navarrete tiene sus raíces ancestrales allá, por cierto, tal damita cuando fue nombrada como representante de la belleza universal, estimulada por el nerviosismo entre sollozos y algo afónica dijo, "no puedo pensar en nada, la verdad estoy en blanco"; ¡ay mi chula con semejante físico, creo que no necesitamos de tus palabras!

Estamos tan acostumbrados a lo visual, a lo que es bonito, a esa parte de la cultura que nos han heredado los medios de difusión, a esa forma de incentivarnos más por las formas y no por el contenido; que muchas veces nos preocupamos más por el qué dirán de nuestra apariencia. Será por eso que los días de mucha humedad me resulta difícil conservar el cabello bien peinado, lo que se vuelve un verdadero caos para los que estamos pelechando, pues se dificulta lograr aplacarlo, entonces ese autoengaño del que soy mi propia víctima se pone en evidencia, cuando el espejo me bofetea con la triste realidad.

Ya consciente de lo feo que estoy, salgo a la calle desilusionado, pero eso sí, antes de salir me pongo una gorra que disimule tal “defecto”, para colmo en el tránsito me topo con el microbús que a todo lo largo lleva escrito: “¿Calvicie? Cambia tu imagen, cambia tu vida, actúa ya, ¿qué esperas?” Con todo y su respectiva pinche fotografía, donde la guapa modelo introduce su blanca mano en la abundante cabellera del gallardo galán, como si tal acción fuera un verdadero orgasmo para la fémina.

Caminando unas cuadras sobre un anuncio panorámico se lee, “Adelgace, mejore su vida”, ¡ha jijos del mais! De pronto me reconozco como algo grotesco, asqueroso, comienzo a experimentar la jodida necesidad de comprar todos los productos que se ofertan para tener el físico de un ser humano genuino.

Ante tan ingrata publicidad, uno se pregunta, ¿la gente fea, obesa y calva no debería de existir? Pese a ello, algunos inocentones nutriólogos y psicólogos cuestionan el hecho de que existan tantas personas anoréxicas, bulímicas y acomplejadas, cómo diablos no vamos a turbarnos con todo ese desgraciado bombardeo mediático.

Para las clínicas de belleza es una bendición este tipo de divulgación, pues muchos bajo su influencia buscan complacer a esa sociedad que hace de la autoestima un negocio, arriesgando su pellejo con tal de aparentar un cuerpo ideal.

Lo más triste es que una vez que nos atrevemos a dar el paso del cambio, estamos convencidos de que pasaremos por una especie de metamorfosis donde la oruga se convertirá en mariposa, pero el efecto crisálida no es completo, pasado unos meses empiezan a aparecer los detalles que inconforman.

Como lo he dicho en repetidas ocasiones, nada nos satisface del todo, todo lo que tengamos y seamos no es suficiente, después de las operaciones estéticas, vuelve el fantasma de la inseguridad, encontrando nuevas cosas que no nos agrade de nosotros mismos, y que probablemente las demás personas ni cuenta se hayan dado de ello. Además, no hay que olvidar que así como nos invaden con productos para transformarnos, millones de veces nos chantajean el paladar con suculenta chatarra alimenticia, que sin recato la devoramos.

Afortunadamente la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico corrigió a tiempo en su página oficial, el dato que hace unas semanas publicó, basados en el estudio “La obesidad y la economía de la prevención”, donde ubicaba a México en el primer lugar a nivel mundial de personas con sobrepeso, ahora ese honroso título lo ostentan los vecinos del país del norte, que como ustedes saben, siempre quieren ser los primeros en todo y a nosotros nos corresponde el segundo lugar, quitándonos un peso de encima y ese sentimiento de culpa que nos restringe la gula.

Pensar en que nuestro físico se va a conservar en óptimas condiciones siempre o que algún día seremos los adonis publicitados, pese a que hemos nacido dotados de una complexión rolliza, honestamente es una fantasía; espero que el creador me brinde licencia de vivir veinte años más, para continuar observando en los medios a Jimena Navarrete con el rostro forrado de botox, rellena de silicón y con su tru-trú abdominal, mientras el público la continúa llamando Miss Universo, digo si Lupita Jones ostentó semejante nombramiento por diecinueve años, Claudia Córdova fue la Modelo del año por casi dos lustros.

Pero ellas son deidades de la farándula, nosotros los simples mortales tenemos que conformarnos con contemplarlas en el aparador de la fama, como a la cincuentona Olivia Collins que gracias a la magia del Photoshop luce buenísima en la revista del conejito elegante, brindándome horas de diversión en el baño; por lo que respecta a nuestro cuerpo, sólo se vive una vez, entonces que sea libre de expandirse a donde se le hinche la gana, nos leemos en unos cuantos kilos…digo días.

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