miércoles, 4 de agosto de 2010

Antiparras

No es principio moral, ni censura,
no pretendo así ser descortés,
más prefiero ver el mundo a través,
de mis gafas oscuras
”.


Llevo siete años utilizando gafas para corregir una miopía que me hace ver como cámara fotográfica fuera de foco, al principio le atribuía este padecimiento a mis estudios de licenciatura donde leí infinidad de textos de todo tipo y que con el paso del tiempo se acortó mi vista, otra causante probable de ello es el pasar varias horas frente al televisor observando su enajenante programación a escasos metros de distancia, y la más estúpida es la que un conocido me le atribuyó, practicar onanismos nocturnos, pues de acuerdo a su pulcra opinión, todo con exceso perjudica la salud.

En un principio sufría constantes dolores de cabeza e irritación del glóbulo ocular cuando trataba de enfocar los objetos lejanos, era tanto el esfuerzo ejercido que una vez mi pareja comentó que ponía ojos de pulga; en las salas de cine siempre tenía que ocupar las filas más próximas a la pantalla para poder apreciar el largometraje y leer los subtítulos, cuando me topaba en la calle con algún conocido y este transitaba por la acera de enfrente, si al saludarme lo hacía con la clásica mímica sin emitir palabra alguna, yo ni en cuenta, lo cual ocasionaba cierto resquemor entre mis amistades que me tachaban de engreído por no responderles.

Para utilizar los lentes que hoy porto, mi mujer hizo una enorme labor de convencimiento, misma que hasta la fecha le agradezco, pues según yo, ni los ocupaba, que sólo serían utilizados para ir al cine y para ver la televisión, total que cuando el oculista me los puso descubrí infinidad de detalles que me estaba perdiendo y que por causas de la miopía se me habían olvidado. Eso sin contar tantas cosas que pasaban inadvertidas gracias a la necedad de no querer utilizar anteojos.

Era como si volviera a nacer, pues extrañado y asombrado a la vez percibía la textura de los colores, las formas diminutas de algunas cosas, entre otras más. Muchas veces con el uso se empañan los cristales y regresa ese sentir de aislamiento, vuelve la incertidumbre por lo que no es posible percibir en una simple mirada, entonces con un lienzo especial limpio las micas y vuelvo a recuperar al mundo real.

Diversas personas, sin padecer miopía, ni estrabismo, mucho menos astigmatismo, usan lentes, esos anteojos ni siquiera los llevan por fuera de los ojos, sino por dentro; los hay de distintos colores y espesores; y depende del color que ese día sea la mica es como observarán al mundo.

Los enamorados utilizan micas rosas, como los hippies de los sesentas, para ellos todo son suspiros, armonía y paz; las micas azules las portan todos aquellos optimistas, que consideran a sus semejantes como verdaderos colaboradores, creen que nadie les entorpece su actuar al contrario, le apoyan. Las gafas de color rojo, son para los que ven al mundo ardiente o con enfado, molesto, ciertamente incómodo; cuidado cuando son oscuros, pues todo es apático, sin sentido, como sólo es posible percibir los objetos luminosos, finca su atención en todo aquello que brilla, para lanzar sus más punzantes críticas.

Las gafas moradas, muestran un mundo desleal, que muchas veces provoca desesperación y llena de miseria las mentes de quienes las portan; mientras que las de color verde, permiten visualizar la frescura y naturalidad de las personas; caso semejante acontece cuando se portan micas de color blanco, ya que es posible percibir a través de ellos la pureza y el candor de las personas.

Lo único grave de todos estos es que la mayoría de las personas, nunca nos damos cuenta de que las traemos puestas mientras los demás sí pueden percibir nuestras formas de ver el mundo, ¿y tú amigo de qué color ves ahora?

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