jueves, 4 de mayo de 2023

Lo que callamos los coleros.


El genio de las canciones de barriada, Salvador Flores Rivera, acá pa´ los cuates Chava Flores, fue quien los dio a conocer en todo el país como gorrones, mi cabecita de algodón que Diosito la tenga en su Santa Gloria, les decía golleteros, y uno que se crio entre la guasa, carrilla y un ambiente lleno de albures, les digo coleros a todos esos individuos que aprovechan alimentos y bebidas a costa de los demás, también a quienes acuden a pachangas sin ser invitados pero que se divierten de lo lindo, mientras los invitados lo siguen considerando un intruso. ¡Weee, se notan a leguas, pos los muy conchudos rompen con la cadena alimenticia! No le entran a la coperacha.

Aquí, y me refiero a nuestro México lindo y que Rigo -Tovar-, somos los culpables de fomentar su existencia, acuérdese de como las abuelitas siempre hacían comida de más, pa´ que no falte por si llegan más, y luego nos enojamos cuando entramos a la fiesta y ya ni mesa ni silla hay, porque los muy gandallas coleros se nos adelantaron, ahí están arranados entrándole a todo sin siquiera saber quiénes son los anfitriones. Ser colero implica abarcar todos los convivios, desde ese cumpleaños del compañero godín en la oficina con su pastel crudo, pasando por las bodas, los bautizos, primeras comuniones y hasta funerales.

Mientras la base de la sociedad mexicana continué siendo la solidaridad y la cooperación, ese conocido nuestro que le encantan los guateques -bailes, parrandas y banquetes-, pero que no pone ni un cinco, continuara calladito echándose los mejores manjares a cuestas de ti, de mí y de todos.

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