jueves, 9 de febrero de 2023

Ladran, Sancho…



Dicen que El Quijote de la Mancha, es el libro más citado y menos leído, de entrada, quien firma lo que escribe ni lo ha terminado de leer – ¡hágame usté el favor, con la edición del IV Centenario editado por la RAE! -, es más, cuando cambié de domicilio fingí olvidarlo en la casa materna, hoy ya ni sé dónde quedó. Recuerdo que el interés por adentrarme en sus páginas era para conocer a Dulcinea del Toboso, esa musa inspiradora del amor de don Alonso Quijano, dama que por cierto nunca pronuncia palabra alguna, ya que se trata de puro alucine, pues no hay que olvidar que además del bachiller Sansón Carrasco, el león y los gigantes (molinos de viento), la imaginación era su peor enemigo de El Caballero de la Triste Figura.

También incitado por el tiznado morbo de encontrar el multicitado texto “ladran, Sancho, señal de que cabalgamos”, que muchos utilizan para verse letrados y a la vez ufanarse de que, a pesar de las críticas, los obstáculos y problemas se continúan teniendo éxitos y, siento decirles que en lo que pude leer de sus dos partes de la obra de Miguel Cervantes, no lo encontré, es más, ni alguno parecido. Más, según artículos del Mallorcadiario.com y en el blog “20minutos, ya está el listo que todo lo sabe” del barcelonés Alfred López, existe una expresión semejante en un poema titulado “Ladran” (Kläffer) del alemán Johann Wolfgang von Goethe, publicado en 1808, es decir, 203 años después de que vio a la luz la primera parte de El Quijote, entonces se concluye que con el paso del tiempo de oreja a oreja dieron origen de manera errónea a la cita.

Y como estoy seguro de que no terminaré la lectura del Quijote, para darle un final me sumo a la letra de aquella canción de Luis Mariano llamada “Rocinante”, en donde, una vez que el dueño del noble corcel, es recluido en algún hospital de La Mancha cuyo nombre no puedo recordar, se volvió un penco, finalizando su cuadrúpedo andar en alguna carnicería transformado en chorizo, mientras la joven Aldonza Lorenzo, por los chismes de las vecinas se enteró que alguna vez fue inspiración onírica del último caballero. Mientras en la época actual, el hijo de mi vecino le dice a su apá que en la escuela se burlan del Tsuro II que tienen, mientras él responde: “¡ladran, m´hijo, cabalgamos!”

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