jueves, 11 de agosto de 2022

Nosotros las proles de redes sociales.


Las redes sociales, ese escaparate en donde muchos exhibimos lo mejor y lo pior de nosotros, ¿por qué digo esto? Simplemente porque mientras seamos observados por otros, tengan la plena seguridad que habrá un juicio moral de quienes nos ven, acerca de lo que publicamos, de entrada, es ahí donde se descalifican fotografías de cuerpos voluptuosos, encontrándoles defectos a las caras bonitas. Para algunos, esas fotos son las consecuencias del heteropatriarcado, por otro lado, se llega a creer que quienes no cuentan con un físico atractivo atiborran de citas de personajes o fragmentos de canciones de Sabina, Silvio y Aute el Facebook o Instagram, en pocas palabras, explotan el intelecto para verse interesantes.

Las redes sociales son como la ropa que nos ponemos a diario, inocentemente creemos vestirnos a nuestro gusto, pero… no, lo hacemos para agradarle a los demás, así lo que subimos al muro, stories, etc., es para que a otros les agraden -¡no me vengas a decir que eres de los que ni les importan el titipuchal de likes de esa foto de las enchiladas suizas, que de suizas nada más tienen el nombre!-, incluso esa foto entre cuates, donde intentas ocultar tu lado Michelin, pero bien que se te nota, y que se banaliza hasta perder su carácter de presunción al formar parte de la guasa del dominio popular, es entonces que se vuelve maledicencia, lo cual te orilla al arrepentimiento de aquello que te enorgulleció.

Estimado lector, usté no sufra ni se acongoje por la difamación, argüendes, calumnias, mitotes que hagan de eso que religiosamente coloca en sus redes, de entrada, al estar en internet ya ni suyos son, forman parte de todos, por lo tanto, mientras se vea precioso, los demás lo pueden ver cómo les dé la gana, y sí lo que le etiquetaron o escribieron le enchiló, recuerde que es pura presión de gente reprimida, no se me auto presioné, hágase como aquel personaje de la novela El coronel no entiende, aunque le escriban.

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