jueves, 22 de octubre de 2020

Perdone usted la tristeza.

Ya han pasado casi ocho meses del confinamiento, en un principio me costaba trabajo cambiar de hábitos, eso de lavarme las manos a cada rato por higiene, y que con el transcurrir de los días lo fui haciendo por miedo a contagiarme, a que me entubaran o estrenar una nueva morada en Los Mirtos. Ahora ya ni me acuerdo cómo era la vida antes del coronavirus, me he acostumbrado a mirar a mis seres queridos con cubrebocas que ya no recuerdo su sonrisa, la comisura de mis labios hoy se encuentra marcados por surcos rojos en esos repliegues cutáneos que nadie ve, mientras, adivinamos que hay risas por los sonidos amorfos de la carcajada que se ahoga cual sordina de trompeta con el cubrebocas.


A los recién nacidos les colocan caretas, es decir, la primera impresión de este nuevo mundo la ven tras de una mica de PET, ¡híjole, esto me recuerda cuando en El Regreso del Jedi, Darth Vader agonizando le pide a Luke Skywalker que le quite la máscara para verlo con sus ojos reales! Otra cosa que he observado es la pinche tristeza que nos está invadiendo gracias a la impotencia de no poder hacer lo que nos gusta, debido al miedo de enfermarnos, estamos perdiendo la perspectiva de futuro y por ende perdemos el sentido de las cosas, ya ni nos encabronamos por el cambio de horario, actualmente los cumpleaños como que no son tan esperados con ese ahínco característico, es más, hasta está de hueva que Facebook te lo recuerde, además, ese tiznado agotamiento que todos tenemos, aburrimiento crónico, ganas de nada, que nos pone en pausa, ¡nos estamos enterrando en vida!

Nuestro optimismo va perdiendo la batalla, lector, recuerda que la felicidad es moverse, no te hundas en el sofá a observar tu teléfono, deja aun lado la computadora, apaga Netflix por un rato, dale día libre a la flojera, si vas a utilizar el celular olvídate de guasapear, llámale y dile a esa persona cuánto la aprecias y extrañas, recuerda que la tristeza es quedarte quieto, el dueño de tus ideas eres tú y no ese aluvión de malas noticias, piensa positivo, la única medicina que nos receta la vida es la música, hay que cantar, bailar y oír canciones, perdone usted la tristeza, mientras intento escuchar Ask de The Smiths, esa rolita de Morrisey que habla de cómo deberíamos aprovechar las oportunidades en la vida, especialmente las amorosas, antes de que sea tarde.








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