jueves, 2 de julio de 2020

Diario de la cuarentena 11.

Desde mi ventana


Ahora con el hartazgo y aburrimiento del confinamiento, es común que algunas personas lleguen a pensar que sus conocidos al ser tan higiénicos en sus casas, no se corre riesgo de contagio, por lo tanto, es motivo – ¡ándale sí! Pamplinas, es puro pretexto- para visitarlos, lo cual implica dejar de lado las extremadas recomendaciones de salubridad, bajar la guardia confiados en que en ese hogar no hay coronavirus.

Doña Lola, es una de esas personas que decide visitar a su comadre Isabel, después del saludo de lejecitos, la taza de café con su respectiva concha, sentadas en la sala intercambian novedades sobre la charla monotemática de los últimos tres meses. Con tal de variar el diálogo, Chabelita se queja con ella de lo cochinita y cuachalota que era su vecina. “Mira bien desde aquí, por la ventana de mi cocina para que te des cuenta lo sucio que trae a sus chiquillos, y de su casa ni hablar. Es una desgracia tener que vivir en semejante vecindario, ¡habráse visto tal barbaridad! Observa qué tan percudida está la ropa del tendedero en el patio, hasta con lamparones, ¡ya ni la amuela!”

La comadre Dolores se acercó a la ventana, miró hacia fuera y dijo: “A mí me parece que esa ropa y los escuincles están perfectamente limpios. ¡Los que sí se encuentran de la tiznada de puercos y rete hartos de manchas son los cristales de tus ventanas!”

Uta, saber historias como esta me baja diez peldaños en mi optimismo, ya no me la creo que después de esto conoceremos un mundo mejor, ni que esto nos va a hacer excelentes individuos, pienso que es una estrategia de marketing eso de: “unidos seremos más fuertes”, ¡vamos, si continuamos fomentando odio! Ahí están los niveles de violencia verbal y acoso en las redes sociales. Qué pena, ahora que existe una Nueva Normalidad, continuamos igual e incluso cada vez más crispados, lo más saludable es empezar a limpiar los cristales desde mi ventana.

No hay comentarios: