jueves, 14 de junio de 2018

Adiós, a las mercancías

Algunos conocidos que leen lo que escribo para este ínclito medio impreso, me han pedido que externe algo sobre esa tienda que hace unos días cerrara sus puertas en nuestro Estado. Bueno, de entrada, no es de extrañar que así sea, si muchos se han empeñado en desaparecer espacios circulares tradicionales como los circos y las plazas de toros. Que cierre una tienda no es novedad, si ya otras lo han hecho, ¿cuáles? Hagan memoria, y si aún no nacían pues a preguntar mis chamacos, pero pa´que vean que no soy gacho, les voy a dar una pista, ¿recuerdan esos helados en recipiente de casquitos de futbol americano, cuyo eslogan era una bola de sabor?, ¡áñeñe, esa merita!

Muchos vamos a extrañar la tienda de los tecolotitos no por ser clientes, sino por tener esos impecables baños donde como en casa, uno confiadamente acudía a realizar las necesidades fisiológicas sin experimentar las ñáñaras de ocupar un lugar en desaseo. Neta que eran la salvación para muchos escrupulosos amigos de la higiene como yo. Habrá quienes les haga falta ese karaoke que era el departamento de entretenimiento, donde sin comprar ningún CD interpretabas con toda la inspiración rolitas del Príncipe de la canción, JuanGa, Leo Dan, entre otros.

Algo más que se añorara con sentida nostalgia, es el poder ojear –sí, de ojo, no de hoja, pos ya sería uno bastante abusivo dándoles lectura completa- los cómics, libros y revistas sin el estorboso celofán de la envoltura, no te hagas el que nunca los abrió, o sea, goodbye library, ¡Buaaaa! Híjole, también se echará de menos ir a ver todos esos productos que más adelante compraríamos… pero en otra tienda.

En otras palabras, quienes visitamos las plazas comerciales muchas de las veces no es que acudamos a ellas de shopping, así como dicen los nice, creo que vamos en plan turístico, a que se nos quite el calorón con el aire acondicionado, a observar y socializar, incluso, si es que llegamos a comprar algo, pos simplemente lo hacemos como quien adquiere souvenirs, pero… ¿hay un pero? ¡Claro! Resulta que en las inmediaciones a la plaza donde llegó a existir este negocio que dijo adiós a sus mercancías, se localiza un parabús, y a la mayoría de las personas no les agrada ser vistos cuando llegan en las diversas rutas que ahí convergen, ¡qué dizque les da vergüenza! Entonces mejor optan por ir a otra donde el paradero se ubica a varias cuadras de distancia y según ellos, ahí sí se reúne la familia colimense.

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