jueves, 24 de mayo de 2018

México encuestado

Dedicado a Margarita… La Diosa de la Cumbia, ¡Yeah!

Estamos en plena época de campañas electorales, y la verdad no sé cómo en estos tiempos donde la inseguridad, las extorsiones y robos se encuentran a flor de piel, hay quienes continúan con sus encuestas sobre la opinión que uno tiene respecto a los candidatos y la preferencia hacia los partidos políticos que los respaldan. Datos que desde mi punto de vista no pueden ser ni siquiera los preliminares, pues eso de que alguien aventaja en puntos a otros no significa que será el posible ganador, ello lo sabremos con certeza varios días después de las elecciones.

En lo que va de este mes y el anterior, el teléfono de casa ha recibido un promedio de seis llamadas de supuestos encuestadores, quienes entre sus cuestionamientos salen con la hipotética pregunta sobre mi voto presidencial, a todos les he dicho cual cura parroquial, que prefiero guardar el secreto de mi confesión hasta la muerte. Además… ¡No manches! Eso de las llamadas sí que está del nervio, pior aun, que mi teléfono es antigüito –bueno, uno que anda en la onda retro y vintage –, de esos que estaban hechos de baquelita y se marcan con el disquito, obviamente que no cuenta con identificador, entonces ya se imaginarán los sustonones que me llevo con eso de que tienen secuestrado a uno de mis hijos, ¡ay nanita! Por meritito y me da el soponcio, de no ser que consiente estoy de que mis vástagos en estos momentos se esconden por la cañería, otros tal vez nadan con los caballitos de mar y los pececitos de colores en el océano. Si a eso le sumamos todos los trolles de las llamadas de los bancos en los que ni siquiera cuenta de ahorro tengo y las patéticas presentaciones grabadas de los candidatos, se vuelve todo un problemón tomar a los encuestadores con seriedad y confianza.

La otra modalidad de encuestar son las visitas domiciliaras, pero las veces que han acudido a mi hogar es precisamente cuando acababa de ingresar al inodoro con el apuro de llegar o estaba en plena regadera todo enjabonado, mientras los urgentes golpes a la puerta generaban presión e incertidumbre; a los que he atendido, además de las clásicas preguntas, siguieron las de querer saber mi nombre, el número de habitantes en casa con edad para votar y los que aún no, ¡óigame no! Esa información es imposible proporcionársela a cualquiera, ¡ve tú a saber pa´que la quieran! Mejor que sigan compitiendo con los promotores religiosos y los cobradores para que les abra la puerta.

Al final de cuentas creo que los resultados de esas encuestas lo único que logran es que sigamos faltando al respeto a la forma de pensar de los demás, intentando convencerlos de que nuestro candidato es el mero chipocludo y si no se logra, entonces los tachamos de chairos y capitalistas, atosigándolos, así como cuando pierde su equipo de soccer o simplemente solicitamos el apoyo de alguien más para echarles montón.

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