jueves, 10 de marzo de 2016

El imperio mirreynal

No sólo en Inglaterra, España y Dinamarca hay reyes, en nuestro México lindo y querido también. Su linaje proviene de una esmerada y cuidadosa educación que no en cualquier escuelilla gatetera se imparte, ellos desde preescolar hasta profesional van al ¡cole goei! Su despilfarrado alto estilo de vida es costeado a través de las arcas monetarias de papi, en pocas palabras desde la infancia hasta ya grandecitos pertenecen a la planta de la familia de las caricáceas, es decir, son papayo, pues se les escucha decir a todo “papá yo quiero”; debido a su alcurnia, tal realeza se distingue del resto de la plebe al no juntarse con la chusma y evitar que sus amiguis lo hagan, pues podrían contaminarse, escudo protector, ¡¡¡ACTÍVATE!!!

El hábitat natural de la selva de concreto donde es posible observarlos, no son ni restaurantes, ni discotecas –neta que esta palabra es muy setentera, tal vez algún millennials, salga con el clásico, what´s…?– menos bares, ellos los llaman antros, donde prevalece un ambiente so good. Durante las horas de convivencia en esos sitios, sus altas esferas de amistades con tal de permanecer en el anonimato para los plebeyos, se llaman “goe” entre ellos, pues evitan así la pena de que cualquier naquete al escuchar el nombre real de alguno se dirija a su persona como si fueran iguales, ¡hello o sea, que no lo esté tuteando! Tal argumento bien pudiera tratarse de un simple pretexto para ocultar la falta de memoria al no recordar de forma rápida el nombre de sus bf –best friend, por si no lo entendiste, o sea, consíguete un mapa y ¡ubícate wey!

Cuando experimentan pena ajena o repudian actos que no van de acuerdo a su actuar, trátese de un accidente, desliz social y error que desde su punto de vista rara vez suele ser humano, lo denominan como oso, ¡qué culpa tienen los úrsidos, de que estos utilicen su nombre para expresarse bien nice! El género masculino cuando se pone meloso a su pareja sentimental le llama beibi y para ella obviamente que él su daddy. El mirrrey con una amplia sonrisa puede invitarte a su “mansión”, diciéndote ésta es tu casa, mientras que en su interior ruega al creador que no se te vaya ocurrir ni de broma tocar algo. A las críticas por su estilo de vida, lo más probable es que de forma desenfadada simplemente digan: cómprate un cochinito y ahórrate tus comentarios.

Cuando salen del antro con unos drinks de más, aseguran que pueden conducir perfectamente, solamente que el piso se deje de mover; si tienen un accidente automovilístico, a ellos siempre los chocan, hasta crees que va decir que manejan peor que su hermanito de cinco años. De acuerdo a su metabolismo, todos los alimentos son de baja calorías mientras no te los comas. Es común que al justificarse por celular de que llegaran tarde por culpa del congestionado tránsito, lo hagan cuando apenas van saliendo de sus hogares.

El Mainstream de los mirreyes ha sido tan influyente que ha generado imitaciones tan absurdas –algo así como copias piratas– que hasta en las vecindades es posible encontrarlos, sólo que estos prosaicos adquieren sus finas ropas en outlets y baratas de fin de temporadas, o sea, si tú fueras yo ¡estaría en el cielo!, pero si yo fuera tú ¡estaría en el tianguis! En serio que nos sorprenderíamos de lo barato que es verse tan caro como ellos.

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