jueves, 10 de septiembre de 2015

Perdido en la traducción

Hace unos días fue publicada por internet la nota donde la alcaldesa de Bom Jardim municipio brasileño del estado de Rio de Janeiro, gobernaba por WhatsApp. ¡Órale, qué padre! Ella hizo realidad el sueño húmedo de cualquier servidor público: saciar su adicción al celular y ejercer las funciones desde cualquier sitio. Creo que tales anhelos han sido desde antaño, pues ahora recuerdo a un jefe que religiosamente nos hacía consultar el correo electrónico todas las mañanas para enterarnos de las disposiciones laborales del día, es decir, no se tomaba la molestia de decirlo personalmente. Mención honorífica merecen esos jefes que se valen de otros empleados para girar órdenes, como si fueran de categoría distinta. ¿Y el personal secretarial, son artículos de lujo o qué? ¿No se dan cuenta que así, en lugar de acelerar procesos generan brechas laborales?

Es común que nos dejemos arrastrar por la vorágine de la tecnología y sus gadgets, pero perder el sentido humano bajo el pretexto de que se agiliza la comunicación con tal de fomentar el gusto de ejercitar la alta velocidad del ojo al pulgar y omitir la rapidez intelectual; si a ello le agregamos la ansiedad por llenar el recuadrito de la pantalla, además de la desesperación porque se agotarán el número de caracteres del mensaje, es cuando cómo todo un chavo-ruco tiene que utilizar acrónimos, esos vulgarismos que la chamacada emplea.

Lo patético es que a veces ignora que esas siglas pueden tener más de un significado de acuerdo al contexto, pero él cree que sus empleados lo percibirán moderno escribiendo BRB en lugar de un “enseguida vuelvo”, que en realidad se trata de un estado del Messenger en inglés que se escribe Be Right Back. Para denotar asombro redacta OMG, según eso para verse fresón, pero en verdad son la síntesis de Oh My God! palabras que originalmente fueron sustraídas de promocionales de esas películas prohibidas a menores que algunos empleados ven durante la jornada laboral, haciendo caso omiso de las siglas NSFW (Not Suitable For Work), es decir, no apto para el trabajo.

Ah, pero qué tal cuando pone WTF como señal de desacuerdo, sin saber que está haciendo alusión al What The Fuck, ese vulgarismo que para lectores castos y puritanos bien se podría traducir como… ¡Ay! A ver, piensa, piensa. Ya sé, ¿qué diablos? ¿Qué demonios? Mientras pongo una sonrisa de satisfacción por mi pequeño momento de brillantez intelectual, recuerdo que también han escrito LOL, que sustituye al “ja, ja, ja, ja”, cuyas siglas pertenecen a Laughing Out Loud, algo así como reírse mucho -no manches, que mal se leería en algún comic de Batman a The Joker o el Guasón, en lugar de sus clásicas risas un simple LOL.

Claro que nuestro intelecto no podía quedarse al margen de tanto acrónimo gabacho, razón por la cual de factura nacional a veces se escribe OPP, que se utiliza como manifestación de admiración o asombro positivo y que con perdón de ustedes significa Otro Pinche Pedo. Amigo, si en tus mensajes de texto del celular, en los chats de Facebook, Twitter o Skype recurres a más de alguna de las siglas antes citadas, la verdad estás en la era de la modernización, por lo tanto eres un chavo-ruco de onda.

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