miércoles, 22 de abril de 2015

Hit parade electoral

Vivimos en tiempos de efervescencia electoral, los candidatos en su intento por ocupar un puesto de elección popular revuelcan el agua que a cucharaditas ellos mismo se la beberán, uno no sale de un susto cuando ya lo están impresionando con otro; como si se asesoraran de la pluma de la entrañable Yolanda Vargas Dulché, nos chutamos las tristezas y penurias biográficas de los aspirantes a ocupar un puesto político, algunos electores hasta se motivan a salir del fango en que están inmersos con tal de realizar una proeza como la que ellos describen en su superación personal, imagino que el equipo de asesores de campaña se habrán leído “Despertando al Gigante Interior” de Anthony Robbins.

En su intento por ganar popularidad, las campañas de cada candidato, además de contaminar a la Ciudad de las Palmeras y los taxis amarillos, con imágenes grotescas photoshopeadas –mención aparte es el tormento psicológico de sus spots llenos de promesas inalcanzables–, ahora lo hacen de manera auditiva a través de medios de transporte que a toda hora transitan por las calles con su estrepitoso sonido. No se trata de jingles, son canciones covereadas –o sea, se las piratean– y una que otra original, los géneros musicales son variados, desde corridos, cumbias, salsa y hasta reggaetón. Mientras que las canciones creadas poseen una letra tan profunda como la de “La mesa que más aplauda”, si, la del estribillo za, za, za, y a tu za y a tu za o simplemente para evitarse la quebrada de maceta se parodian un canción que fue one hit wonder al estilo de Los Polivoces y ya quedó, ¿habrán pagado regalías a la Sociedad de Autores y Compositores de México? ¡Obvio, cuentan con el capital suficiente para pagar los derechos de autor!

Algunas de las acciones antes mencionadas erróneamente les llaman “ingenio nacional”, pero la verdad es de dar pena considerar que los nuestros no tiene un mayor potencial creativo, claro que tal proceder pone en evidencia la carente creatividad de los promotores de campaña y ellos no son todo el país, son más bien, una inmensa minoría, que la verdad, me la pensaría en pagarle a alguien por el simple hecho de que desgasto sus escasas neuronas en elegir una canción famosa, le hizo arreglos –sí se le puede llamar de esa forma a tal mediocridad– a la letra, con tal de que quien la escuche conjugue lo atractivo del ritmo con el espectro político de quien se está promoviendo. Pues como es sabido la música despierta emociones, al generar redes de asociación entre algún recuerdo con ciertas referencias culturales y personales del escucha.

Ahora con esa lógica de campaña musical-voto, que consiste en meterle mano a las canciones famosas para promover ofertas políticas e imágenes de postulantes, lo cual tristemente resume la personalidad y la forma de ver la vida de ellos, es de dar pena. Respetables candidatos, no se dejen llevar por individuos nefastos que sólo quieren sus centavos, digo, alguien de su comité de campaña de perdida debió decirles que no se expusieran a tanta ridiculez.

Lo rescatable es que con tanto ruido en la vía pública, ya hicieron que les cayera el veinte a todos esos que solían circular con sus estéreos del coche a tope de volumen, dándose cuenta de lo naco que es realizar eso; también cuando uno escucha tales canciones puede llegar a confundirlos con los del gas o el de las paletas redondas de la Villa. Por otro lado en lugar de las clásicas encuestas electorales para saber quien goza de simpatía, las estaciones de radio o los sitios de internet semejantes al del Billboard, pueden realizar un Hit Parade con los temas, para saber quien ocupa los primeros lugares de popularidad.

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