miércoles, 1 de febrero de 2012

The Tamaliza groove

Hemos llegado al segundo mes de este año, precisamente febrero 2012, es el mes que evidencia lo que han dado por llamar los expertos como año bisiesto, porque tendrá un día de más, o sea, en lugar de llegar a veintiocho como desde hace tres años, esta vez culminará en veintinueve, ¡imagínate qué chido! Todos los que nazcan ese día, se harán más viejos cada cuatro años, jodidos nosotros los ordinarios que celebramos nuestro aniversario cada añito, pues ya ni llorar es bueno, eso nos pasa por ser “normalitos”.

También este mes incluye el día lleno de melcocha, el catorce, cuando uno es influenciado por los medios de publicidad, y somos capaces de comprarle hasta lo que no se merece a nuestra media naranja, entonces recapacitamos y dejamos del lado al cítrico, para ir en busca de nuestra abnegada pareja con el firme objetivo de demostrarle lo mucho que se le ama.

Cuando por fin nuestros macheteros y tesoneros estudiantes habían regresado a invadir las aulas de las apreciadas y bien respetadas instituciones educativas, pues aparece el primer puente del año, con su carga de asueto y sin control etílico, que indudablemente luego se convertirá en flojera para regresar el martes al ritmo laboral, así como que te agarran descanchado, pero ni modo, tenemos que cumplir con el empleo, denotando muchísima enjundia y un titipuchal de ánimos.

El día que muchos esperan con ahínco es el dos, pues todos aquellos que el seis de enero rebanaron la rosca de Reyes, y tuvieron la “fortuna” de sacarse el muñequito blanco -que para mi abuela materna era un insulto que le llamara “el muñeco”, pues según ella se trataba del “Niño Dios”-, el famoso día de la Candelaria, tendrán que pagar una deuda de ofrecer tamales a todos esos que compartieron la partida de… rosca.

Recuerdo que cuando laboraba en una conocida dirección general, era tan esperado este día, pues sabíamos que a la gente que les había salido el monito, ups… perdón el muñequito, nos deleitarían el paladar con deliciosos entamalados, ojo no eran tamales, pues nuestros gustos eran más fresones, motivo por el cual le dábamos el día libre a la dieta. Además muchos de esos suertudos, tenían la dicha de haberse sacado el muñeco, gracias a la ayuda de una secretaria tipo Francisca Zetina ChávezLa Paca”, que hacía que la rosca se asemejara a la Finca del Encanto, sólo que allí no se sembraban osamentas, sino pequeñas figuritas blancas que a otras les habían salido, con el propósito de fomentar la solidaridad entre todos los compañeros y compartir la inversión.

Este año, después de una racha consecutiva de catorce años sin haberme salido, por fin me salió el muñequito, y he estado ahorrando para cubrir la deuda, espero que no me hayan hecho de chivo los tamales y la figura que obtuve si sea de suerte y no una solidaria siembra de apoyo altruista de mis colegas.

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