miércoles, 13 de enero de 2010

Adiós a la navidad o nieeveess, lloren niños…

“Did I disappoint you or leave a bad taste in your mouth?
You act like you never had love and you want me to go without.
Well, it's too late tonight to drag the past out into the light”. U2


Ya estamos en enero, el 2010 llegó con ganas de quedarse con nosotros por doce meses, ¡eso es ánimo la verdad! Atrás quedaron las fiestas decembrinas, las compras de pánico que abarrotaron los supermercados, comprándonos regalos para intentar saciar nuestras carencias de ternura y afecto; se acabaron las desveladas y su estúpida competencia que patéticamente nos inventamos, preguntando a nuestros conocidos a qué horas se acostaron las vísperas del veinticinco de diciembre y uno de enero, como si se tratase de implantar un nuevo récord para establecer quien lo hace más tarde.

Santa Claus, no se perdió gracias a la ayuda del GPS instalado en el trineo lujosamente equipado con sonido surround, a pesar de que cada venadito escuchaba hermosas melodías con sus respectivos iPod touch, los juguetes llegaron a sus respectivos destinatarios.

Se acabaron los villancicos con sus cánticos de paz, respecto a esto, muchas veces me pregunto, para qué cantamos la paz, si ni siquiera sabemos construirla, vivimos continuamente en conflictos con nuestra pareja, familiares y los vecinos ni se diga; por esas fechas es normal desearse felicidad, a sabiendas de que ser feliz en un mundo de infelices cada vez es más difícil.

Un amigo que se dedica al ingrato oficio del sacerdocio, me dijo que para la noche vieja, es decir, la del 31 de diciembre, es cuando más abundan las nupcias, muchos esperan esa fecha para decir “el sí quiero” y escuchar la tanática frase “hasta que la muerte los separe”, lo que significa que existe la esperanza de año nuevo, vida nueva; de igual forma los bautizos se incrementan para el veinticinco de ese mismo mes, entre padrinos, compadres y ahijados todos tienen un doble pretexto para festejar.

Recibir el año es todo un culto, primero todas, absolutamente todas las tiendas de lencería o los departamentos en los almacenes dedicados a la venta de ropa interior, comercializan infinidad de braguitas en colores rojo pasión y amarillo oro, pues hay que llamar al amor y el dinero, como si eso fuera la llave de la felicidad; la venta de pirotécnicos incrementa, las piñatas y globos aerostáticos se ofertan al por mayor, todo esto sea porque se vaya a la tiznada el año que termina, acaso hacemos un balance entre lo bueno y malo que nos facturó como experiencia y que sin lugar a dudas repercutirá en nuestra formación como humanos, ¿para qué? Lo único importante es celebrar.

Mención aparte son los propósitos que todos los años nos planteamos, algunos pasadas las cuarenta y ocho horas los olvidamos, otros incurrimos en la tentación y los pasamos a la ignominia. Si con las cosas que valen la pena no las tomamos en serio, pues unos propósitos que son para estar a la moda de la temporada, pues menos.

En fin la vida no es como uno la desea, y lo más triste es que no sabemos cómo hacerla mejor, además porqué sólo en navidad y año nuevo es cuando nos damos el permiso de tocarnos, de intentar dar amor, por el simple hecho de que los medios publicitarios lo están dictaminando con su bombardeo mediático, se aprovechan de que la vida está llena de nostalgia y en cada fecha que señala el calendario de la beatitud, la explotan, comercializando nuestros sentimientos.

A la mañana siguiente nos encontramos en las esquinas depósitos de basura repletos de moños en múltiples colores, papeles de envoltura hechos trizas, cajas de cartón despedazadas, pinos naturales marchitos de sed; mientras las personas caminan por las calles de nuevo temerosos de que algún mequetrefe los vaya a estafar, es decir, vuelven a ser desconfiados con sus semejantes y enlatan todo ese amor que ayer destilaban, para cuando algún truco publicitario les dicte el momento de volver a destaparlo.

La conclusión que me dejan siempre las fiestas decembrinas, es que nada nos satisface del todo, nuestros deseos son insaciables, no existe riqueza que pueda brindar paz, no existe el amor que responda a nuestros hondos deseos, no es posible ser amados por todos, todo lo que tenemos, pues dura tan sólo unos instantes y luego se olvida, como ejemplo observe a los infantes con sus juguetes, se divierten por unas horas y luego se aburren; más a pesar de toda esta frivolidad y superficialidad que hemos generado, todavía guardo un poco de esperanza de que la próxima navidad sí seremos felices, siempre y cuando vivamos con fe sincera y mostremos el lado limpio de nuestro corazón.

No hay comentarios: